Estudiante de periodismo de la U Central, no entiendo bien la comunicación. Parado en mis 20's. No mato zancudos. Cedo el paso. No peleo. Me han quitado novias. No me gusta la tolerancia, igual no me importa. Un ignorante. Pero como quien ríe al último escribo para burlar a los finales.
La memoria de un 28 de mayo en la Bogotá que protesta, los delirios
inevitables de un hombre con la conciencia rota y palabras que fluyen sin
reglas de la boca de un poeta; los textos de nuestros escritores nuevamente
toman vida en este capítulo de De Caras e Historias.
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Solo soy el niño de casa cuando estoy en casa; fuera
comprando con mi hermana unos tenis en Adidas
soporto embestidas envidiosas
de los vendedores cuando ella paga,
se pensarán que una muchacha tan guapa, puede ser mi novia.
...
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Sentado al borde de la insatisfacción
consiento mis caprichos
con los pies colgantes
sus plantas hinchadas han echado raíces
al aire
sobre maravillosos mares de jardines sangrantes...
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De fondo, lúgubre música sorda
sobre la que convulsiona
la necesidad de inmensidad.
Largas carreteras quedan reducidas
a diminutas líneas de luz.
...
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La cocina, su pasillo, deprimente lugar del animal humano. Una puerta de
fondo.
Aire espeso, pasos pesados. O mejor ninguno.
Yo quieto, pasmado, la columna grasa – las piernas ni por el putas.
Puras tonterías. Obstáculos no hay. Solo piso pegajoso desde el picaporte de
la puerta. La gravedad al qué porciento. No importa. Rodillas flaquean cual
loza vencida, pero me mantengo en pie. Romper el aire por el cuerpo, el
cuerpo por el aire.
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Volver sobre lo que se esfuma
como espuma encarnada en la ola
que al alcanzar la arena
-por función de su propio impulso-
se devuelve hacia el mar...
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Orgasmo de cerdo viscoso y lechoso
chorreado sobre hojas pálidas de vino blanco
nubado por manchitas móviles.
...
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Me cuesta encontrar una escritura sincera. Ajena a las historias y enamorada
de las derrotas de mi voz; de ese singular atractivo que esconde el
intentarlo de nuevo. Una que soporte mi cansancio y aplomo.
Capaz de ser blando fondo
cuando la gravedad del mundo provoque mi hundimiento
y letargo sobrio para suspenderme en alto vuelo...
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La bombilla amarilla está encendida
es la luz que lo empolla.
Sus brazos caen desde su tronco
como las ramas de un sauce llorón;
sus manos sostienen una novela
que es fruto del peso entero de la vida.
...
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El día de hoy traemos los relatos que tiene nuestra tierra por contar.
Nuestros flagelos e ilusiones se escuchan en las poéticas palabras de Dayro
Martínez y Daniel Zárate, siendo este último el autor de una historia de una
mujer colombiana que podría tener el rostro de muchas, pero que hoy… nos
cuenta algo de su historia.
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Hay días raros. Días en los que el propio espíritu parece hallarse fuera de
lugar, fuera de sí, como en ligera descoordinación con sus pensamientos y
obligaciones; es decir, con los pensamientos y obligaciones del cuerpo. Las
calles, el aire, los árboles, la muchedumbre, incluso el mismo sol, parecen
pertenecer a algún sitio extraño, a otra época, pero nunca al ahora, al
aquí. Se ha trastocado sutilmente -cómo, no lo sé- la manera en la cual se
perciben las sensaciones del mundo exterior...
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Las guerras son probablemente el fenómeno social más ambiguo y fascinante
(entiéndase por su complejidad y no por su belleza) de la historia de la
especie humana. Por un lado, guerra es sinónimo de devastación; constituye
la pérdida progresiva del espíritu moral, ético y psicológico del ser
humano, hasta dejar hechos escombros los principios que lo conforman...
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El inicio, inamovible,
el final, invariable, vida triste,
me perdí en su proceso
y se me pudrieron los frutos.
...
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Se equivocaron si creyeron
que podían engañarnos.
Envueltos en las mismas pieles
usaban los parecidos
para eludir lo inconfundible;
...
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Desde que mamá cayó enferma papá y yo cenamos solos en el comedor. Durante
la comida hablamos de deportes, de política o de religión, temas que, al ser
subjetivos y universales, nunca se agotan. Cuando está de buen humor papá me
cuenta anécdotas de su pasado, casi todas relacionadas con pillajes en pro
de mujeres y/o dinero. A veces creo que a mi edad él había vivido el doble,
quizá el triple. Luego descarto la idea por estúpida, también yo estoy
acumulando recuerdos para contar, aunque no sean precisos ni parecidos...
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«Nací un día sin clima
una hora cualquiera;
tiempos inciertos, jungla precisa
ahogada en espesa abundancia.
...
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- Hola, mona ¿Cómo está? – dije al entrar en la tienda de la esquina,
jugando con unas monedas que llevaba en las manos – Me regala una
Coca-Colita y media de cigarros – terminé en tono familiar.
- ¿De cuáles cigarrillos, señora? – respondió toscamente una voz aguda,
lisa, sin ronqueras, y cuyo ímpetu juvenil, que nada tenía que ver con el
desgaste en las cuerdas vocales de la mona, me obligó a alzar la mirada.
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Fue una tarde de mayo, no puedo equivocarme. Los cucarrones brotaban de su
refugio para ir a tropezarse con el aire, y un fuerte olor a tierra mojada
se impregnaba en las sienes. El sol, naranja, reposaba sobre los charcos del
asfalto húmedo, detrás de un cielo amarillo pálido y parches de nubes
negras. Recuerdo que antes los cucarrones salían en abril, ahora salen en
mayo. Recuerdo también que antes el hijo del albañil podía caminar, ya no.
La vida cambia, rápida e impía, y el mundo sigue su rumbo como si nada...
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Es viernes y el cuerpo lo sabe. Desde que la aguja del reloj pasó de las 12
un repiqueteo constante en la espalda me hace torcer los hombros, contraer
el cuello. Estoy ansioso, nervioso, me siento inseguro. Es tonto. Es re
tonto porque estoy en mi casa, con mi familia, la puerta tiene pasador, me
siento en el inodoro como cualquier otra noche, pero el silencio es total,
es una noche muerta. La manecilla del reloj también pasó por las 12 como
cualquier otro día, pero algo no está bien. Es viernes, el cuerpo lo sabe...
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Esta mujer no es fea, suaves terciopelos dorados le recubren la cara de
oreja a oreja, y su papada la hace ver, siendo muy joven, como una vieja;
porque la juventud no está en las arrugas, está en la quijada. Y a pesar de
que sus narices albergan cavernas, tiene cierta gracia, puede ser bonita,
bonita a la manera de una vaca. Sus ojos saltones producen cierta ternura o
compasión (difíciles de diferenciar), la misma que nace al ver un enfermito,
o un moribundo...
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El lugar al que ha llegado no tiene clima, tampoco nubes, solo una vastedad
azul grisácea que compacta los cuerpos como burbujas, dejándolos con la
sensación de estar flotando en algo inalterable. Al aire le está prohibido
tomar aromas, así que lo desterraron por desobediente. Esto causó que las
tempestades murieran de pena moral, llevándose consigo a los días soleados,
sus amantes platónicos...
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- Nadie puede saber lo que acabamos de hacer.
+ Para nadie, dos son muchos.
- Es decir, aparte de nosotros. ¿Entiendes?
+ No me des órdenes. Dudo mucho que no se enteren, hoy hay cámaras en cada
esquina.
...
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Perder un amigo es perder una parte de uno mismo. Se quedan, o se van, con
él, ciertas versiones antiquísimas de uno que es imposible seguir
aparentando, por mucho que se precie la amistad y se realicen engaños para
sostenerla. Ya no somos los mismos, y se han ido quedando clavados como
estacas sobre el barro del recuerdo, los gustos, costumbres y afinidades
comunes que inspiran el tiempo compartido y la crianza conjunta...
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Un día cualquiera
estaba sentado
con una mujer sabia.
Yo hablaba, ella sonreía;
sus dientes grises parecían exclamar:
¡Eres un fatalista!
...
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¡Acérquense! ¡Acérquense todos! ¡Vengan a conocer
al nuevo integrante del circo de los fenómenos tristes!
Es un perro ciego y rabioso que no para de toser
y enseña amenazante su muralla de dientes.
...
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Primero de primaria es un grado trascendental. Es entonces cuando se crea en
el humano la memoria retentiva y se determinan algunos de los grandes rasgos
de la personalidad, según lo que cada quien experimente. Primero de primaria
o, a decir verdad, los 7 años, edad en la que yo estaba en dicho curso. El
día de hoy, casi por casualidad, recordé una de las anécdotas de aquel
tiempo que se mantienen intactas en mis pensamientos...
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Hay siempre un destello antes de que los cuerpos perezcan. Una especie de
nata recubre la sangre como la marca de la muerte y da la impresión de que
la vida resurge, pero no es así. Esto se extiende incluso a los objetos y a
los cuerpos abstractos, y es el caso de la casa vecina del edificio donde
vivo. Hace algunas semanas terminaron de remodelarla...
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Respiro por la herida
siento sobre la piel,
sin cerebro, solo carne rosada;
un cuerpo encía naciente.
...
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Ya era hora de un colapso, hace días lo veía venir. Llevaba quién sabe
cuánto frente al espejo apreciando la imagen de un cuerpo semidesnudo, con
las tetillas peludas y el ombligo retorcido en forma de asterisco. Su rostro
lo enmarañaba un cabello castaño y seco, sus brazos eran fofos, los labios
cuarteados por el sol y la sed se combinaban con ojeras de mal dormir
demacrando su semblante.
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La gota no tiene noción del tiempo. Está desorbitada y fatigada, cree
evaporarse de tanto correr. Además, hace tiempo no ve ningún animal, ninguna
planta, no recuerda el ciclo de la vida, ni tampoco el ciclo del agua. Habla
sola, pero muy bajito, para no enloquecer. Una gruesa nube de un naranja,
más bien opaco, cubre el espesor del globo, da igual si alumbra el sol o
alumbra la luna. Los días, si pasan...
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Creo que nadie sabe dar la noticia de una muerte, mucho menos recibirla.
Estaba de pie a unos metros de la puerta del patio trasero fumándome un
cigarrillo antes de acostarme. De pronto, vi asomarse a Carolina, mi roomie,
a través del vidrio de la puerta, parecía que estaba a punto de llorar. Su
aspecto era realmente repulsivo, es una nena bonita, y cuando las bonitas
están a punto de llorar se ven espantosas.
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Las sombras se desprenden, pero no se separan. Su parto es una división indolora que se desliza entre la materia y crece hacia el útero oscuro de la tierra.
Las sombras son felinas, pero trepan sin garras, cazan en sigilo aunque no
se esconden, también son infalibles. Se posan bajo su presa y no sueltan,
pero no pueden matar porque son muecas, se lanzan desde cualquier altura y
el aire no lo tocan durante su caída...
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Abandoné Santana contra mi voluntad y la de mi familia, pero con una sonrisa
en los labios. Yo quiero mucho mi pueblo, pero las circunstancias obligan a
moverse, hay vainas que no le caben a uno en las manos. Por los días en que
me fui los aires andaban calientes: rojos y azules se mataban a golpes por
las calles, en las cantinas, y a veces, dentro de las mismas casas...
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