Literatura

Dedicatoria absoluta

Tiempo estimado de lectura: 2 min
2020-10-09 por Alex Noa

¿Soldados sin coraza
Ganaron la victoria;
Su varonil aliento
De escudo les sirvió?

Cambio total de perspectiva, he aquí tu nuevo himno:

¡Ay de ti, trabajador!
que te vi caminante, obrero, soñador,
saltaste hacia el lado contrario sin sospechar,
bebiste el veneno de las palabras,
te compraron en vida, y te ensuciaron en muerte.

Trabajador en guerra ajena,
oveja aventurera, aspirante utópica,
te atraparon, te perforaron la ilusión, y el cuerpo,
a sangre fría te esquilaron el deseo,
y ya con ojos cerrados, te pasaron por lobo.

No es tu culpa que te hayan manchado,
son ellos que tejen con el hilo de la mentira,
pero tu rostro es pie de lucha
y tu estirpe no te ha abandonado.

¿Y qué de ti, embustero?
que seguiste borrando huellas sin honor del luto,
sanguinaria persecución del inocente,
del ingenuo extraviado traspapelado.

Disparaste al bando que no era,
te corre en la venas el fuego de la insolencia,
enraizando indignación en pluma sangre,
desdibujando la fe, arrojando el cadáver de la esperanza,
haciendo grietas en el eco del miedo…

Vestiste tu falta de vergüenza, con triunfo
lo negaste todo,
todo lo negaste,
cantando tu canción favorita;
pero no puedes imponer el olvido,
pues el vientre nunca olvida que fue cuna
y los discursos no sellan el vacío del alma.

Pero tú, asesino barato envuelto,
escultura de la presunción mal galardonada,
mismo linaje disfrazado de soldado,
tú que ya has dolido el hambre,
te dejas tentar por un hueso,
y ya llevas en las manos la sangre de tus hermanos.

No te olvides colombiano, que diez mil yacen bajo tierra,
y más del doble los lloran.



Sobre el autor

Alex Noa

Escritor

Mimetizado con la lluvia, me habita la convergencia constante entre la literatura y el dibujo. Me decidí por ser buceador profesional en el mar de mis incógnitas. No tengo nada que perder, porque no hay nada que haya sido mío; ni siquiera mis letras, que aunque salgan de mí, siempre eligen crecer en los otros.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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