
– Estoy exhausta, no sé qué más hacer para convercerme de que aún
puedo ser alguien.
– Yo aún te necesito.
– Tú no me necesitas, sólo quieres creer que tu historia vale la
pena ser escrita, y por más que yo lo intente no sé cómo hacer de ésto lo que
tú quieres.
– Ojalá fuera tan sencillo como el ego. Verás, yo soy todo lo que
tú decidas caracterizar, mi ego no depende siquiera de mí, todo lo que soy es
intención de tu alma. estás destrozada y esa herida me duele a mí también.
– ¿Y no preferirías que todo cese? Tengo la llave en las manos.
– Es imposible para mí imaginar lo que es el otro lado, ¿cómo sabré
que ha cesado? Ni siquiera será perceptible, una vez cruces la puerta yo
también quedaré estático e inexistente. Sólo tú sabes quién soy, y es por eso
que moriré, caeré en el fondo y tú te elevarás en el absurdo que tanto añoras.
o quizás sea al revés.
Ah, la presión de no saber cómo ni qué hacer frente a las situaciones de vida
que condicionan a un artista a querer rendirse entre la esquizofrenia voraz de
la injusticia.
– Me reclamas haberte creado para no saber qué hacer contigo. ¿No
es así? No te preocupes, así es la vida para todos. Que haya sido yo quien te
otorgase lo que te compone no te diferencia de nada, al final, a ti también te
condiciona todo esto.
– Me condiciona si tú lo quieres, si tú lo decides añadir a mi
vida. Soy producto de tu psique, nada hay en mí diferente a ti, soy todo lo
que odias y por eso me creaste, porque alguien más debía cargar con lo que tú
no puedes.
– ¿Y acaso tú si puedes? Es irónico lo que defiendes, si eres lo
que yo soy entonces tampoco sabes cómo cargar conmigo.
– Harás de mí una parodia de ti, ya me creaste y además me
otorgaste tu aptitud en la pintura. Soy la parte de ti que más odias, y por
eso me elegiste como protagonista. ¿Qué es y qué será de Pablo una vez
cruces la puerta? ¿Qué acaso no es él la parte rescatable de los dos?
– No cruzo la puerta por ti.
– Claro que lo haces, Franco no es más que lo que no comprendes,
por eso me idealizaste, me construiste como aquél que quisieras ser pero al no
tener claro lo que quieres me llenaste de despojos, de ira, de frustración.
– No es cierto nada de lo que profesas, no conoces mis intenciones,
crearte a ti fue enterarme de quién era yo.
– ¿Y en serio lo descifraste?
– ...
– ...
– No.
– Eso pensé.
...
– Por favor no involucres a Pablo en ésto.
– Lo sigues asumiendo como alguien a quién proteger.
– Él es lo único que me queda.
– Es lo único que quieres ver que aún te queda, pero yo también
sigo aquí.
– Pero, no sé cómo trabajar en ti, en tu vida. ¿Qué opinas de
Luciana?
– No opino nada, aún ni la terminas. Sólo tengo claro que es
bastante menor que yo. ¿Por qué alguien menor que yo se encapricharía conmigo?
¿Qué otra parte de ti se enamoraría de mí sino la ingenua?
Luciana eres tú cuando tienes miedo.
– ¿Asumes que te necesito?
– No. Soy yo quien necesita de ti.
– Crees que es innecesaria sólo porque tú no quieres amoríos.
– No, no se trata de lo que yo no quiera, se trata de lo que puedes
llegar a generar en ella al enamorarla de alguien como yo.
La arruinarías.
– Pablo sería mejor partido.
– Siempre lo ha sido, pero no le cometas dolores de cabeza.
(fragmento, 2020)
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