Literatura

Gente

Tiempo estimado de lectura: 1 min
2022-04-01 por Daniel Zárate

Solo soy el niño de casa cuando estoy en casa; fuera
comprando con mi hermana unos tenis en Adidas
soporto embestidas envidiosas
de los vendedores cuando ella paga,
se pensarán que una muchacha tan guapa, puede ser mi novia.

Por supuesto soporto tan bien sustos y tristezas,
que contrario a lo que imaginan,
no lloré el día aquel en que papá
dos cuadras atrás, veía sobre su bicicleta,
cómo un extraño se llevaba la mía,
y caminando a casa comprendí
que no existen héroes o heroínas.

Entonces ya no importa que doña Marta
me tilde de vago por marihuanero y mal vestido,
a veces, mi toser acuna su dormir
otras, sus ronquidos irrumpen mis horas de trabajo.

Dime, dulce muchacha del bus
si al espolvorear tus miradas
- a las que yo sacaba la lengua
fría, para que cayeran en ella copos de nieve-
descubriste mis pésimas dotes
de don Juan jubilado

o si me crees un Aquiles
-ambos semidioses-
en disputa a muerte
por tus tendones.

Muéstrame desconocido, niña
júzgame como la gente,
mamemos de las uñas de sus pies
ese mugre
-que nos pertenece-
si no somos más de lo que ve
sino todo lo que ella imagina

seamos solo gente, gente
como la gente que uno ve.



Sobre el autor

Daniel Zárate

Editor, Escritor

Estudiante de periodismo de la U Central, no entiendo bien la comunicación. Parado en mis 20's. No mato zancudos. Cedo el paso. No peleo. Me han quitado novias. No me gusta la tolerancia, igual no me importa. Un ignorante. Pero como quien ríe al último escribo para burlar a los finales.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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