Se equivocaron si creyeron
que podían engañarnos.
Envueltos en las mismas pieles
usaban los parecidos
para eludir lo inconfundible;
era imitación lo que llamaban
ser como nosotros.
Mas está claro
que sí somos primos,
lo somos tanto como la mosca de la abeja.
Jamás estarán a la misma altura
el revoloteo indeciso
y la picadura de flor en flor.
Una muere en la profundidad de su labor,
el otro
se estrella
contra la ventana.
¡Impostores!
Incapaces de ser auténticos
toman la forma de lo otro
Los he sorprendido regando el trago
para mantenerse sobrios,
callar ante la incomprensión,
queriendo así pasar por sabios,
gastar la comida
y quedar hambrientos.
Qué triste…
desconocen el placer
de sufrir a voluntad.
De niños nunca pusieron la lengua
en la punta de la pila,
no treparon el árbol, no cruzaron el pasamanos,
no cayeron de la cicla,
jamás se golpearon la cabeza
buscando dulces en la piñata
Hoy son personas seguras,
gente pasmada
Mañana inventarán monotonías.
Se quedarán esperando,
en su afán por llegar temprano,
que el no equivocarse
reemplace el hacer.
Almas pobres
buscarán en el dinero y el ejercicio físico
las sensaciones de la pasión;
creerán que es quemarse
golpear la bombilla.
En su desespero por parecerse
querrán convertir en miel su vómito,
compararán el éxito de eliminar desechos
con el triunfo de la corriente polinizadora,
dirán que sus lenguas
cargan más veneno que nuestros aguijones.
Fanfarrones
el escándalo de su zumbido los delata
la fantasía les pide huelga
su oro mucho brilla
¡Idealistas!
durante la cena
una sonrisita mentirosa
revelará que no fue vida
lo que dicen que vivieron
los no vivos.
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