Literatura

Sensaciones

Tiempo estimado de lectura: 3 min
2022-04-08 por Cristian Reyes

Entenderme me cuesta, el día es particular pues el cielo parece tener un color inusitado, mirar por la ventana me confunde, sé que estoy en este espacio y en este tiempo, pero recuerdo perennemente y con ello vivo en el pasado. Creo que esas sensaciones que atraviesan mi cuerpo son incomunicables porque se configuran desde el desconocimiento de sí mismo, ¿y cómo podría hablar yo de lo que no entiendo? ¿Cómo podría explicar lo que me desestabiliza? La corporalidad se me eriza, quizás por el miedo, las angustias o las lagunas mentales. Ante aquella inmovilidad del cuerpo seguiré soportando la soledad en este sofá que hoy se torna viejo por el desgaste de los telares.

Estando allí sentado, los minutos transcurren y por mi cabeza llegan cientos de recuerdos, imágenes de lo que han visto mis ojos, lo que han escuchado mis oídos, las palabras que salieron de mi boca, los roces que experimento mi piel, los olores que percibieron mi nariz, pero tantas sensaciones situadas en mí me abruman y todo es un colapso. Entenderme me cuesta, el frío de la mañana me confunde porque más que ser una simple sensación que recorre mi piel, es una emoción que me sitúa en la nostalgia por lo antes vivido. Mi lugar parece ser otro, quizás porque hay ausencias o tal vez porque es un espacio que siento, ya no me corresponde, pues lo antes transcurrido aquí se desvanece como las miles de noches que he experimentado bajo el umbral de estas paredes.

En definitiva, todo es confuso, quizás la única certeza que tengo en estos momentos es que entenderme me cuesta. Los años fueron fugaces y no comprendo el sentido que le di a todo lo explorado en las calles y caminos en los que me sitúo la vida en algún momento. En consecuencia, vivo limitado en lo absurdo, es por ello que mencionar mi edad me entristece porque siento que en muchas ocasiones perdí el tiempo en cosas que no debía y ya las fuerzas no permiten retomar lo que dejé en pausa, mi nombre lo recuerdo con pesadumbre por su origen de antaño, pues para muchos soy un desconocido, un simple viejo que ya se corresponde en una identidad vacía.

También me reconozco en el espejo y aquellas arrugas que resaltan se convierten en desolación, porque es la marca representativa de un cuerpo desgastado que poco a poco se descompone, mi familia casi no me visita y aquel accionar es sinónimo de dolor porque sé que no fui el mejor de los hombres y debo cargar con el peso de su desprecio, fui yo quien con mis propias acciones los aleje, mis amigos ya no existen, murieron y comprenderlo me aterroriza porque no sé lo que viene, sé lo que he escrito y lo que no, pero es una realidad que las historias se agotan en mi propia esencia . Sumado a lo mundano, no tengo ni idea de quién soy ni de lo que me espera a pesar del tiempo vivido.

Esta diversidad de sensaciones me desconcierta, ¿para qué vivir? ¿Para qué morir? Me pregunto si soy el único que ha pasado por esto, cuestiono mis pensamientos, mis recuerdos, mis emociones, mis miedos, mis certezas, mis interrogantes, mis afinidades, mis dogmas e incluso mis creencias. Las dudas me evocan una tragedia, todo lo que en un momento abrumó mi cuerpo y mi mente hoy regresa y recorre cada parte de mí, pero a falta de sentencias concretas, solo queda intentar actuar como si nada de esto atravesara las reflexiones matutinas de un hombre hoy anónimo, al lecho de mi muerte, entenderme me cuesta.



Sobre el autor

Cristian Reyes

Escritor

Soy profesor de filosofía de profesión, en consecuencia, escribo en función de hallar un punto de fuga ante mi propia vida, mis líneas exploran las sensaciones de incertidumbre, desasosiego y, sobretodo, de nostalgia. Prefiero que recuerden mis palabras antes que mi nombre.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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