Literatura

¿Tú? Irremediable, sí, irremplazable, no

Tiempo estimado de lectura: 4 min
2022-07-15 por Cristian Reyes

Ahora soy yo quien quisiera encontrarte en un libro o en alguna de las calles que en algún momento recorrimos. El tiempo ha pasado y hoy encontré la carta que me escribiste un pasado 12 de mayo, quizás con un motivo que ya se perdió en las memorias, pero que ha perdurado en este papel que ya comienza a tornarse viejo y amarillento. Pero espera, cuando leas este escrito no debes preocuparte por un amor obsesivo, porque si te soy sincero, a diferencia de lo que creo que pensaste, tu abandono me fue indiferente, no lloré, no me hiciste falta y no tuve la intención de ir a buscarte. Yo sabía desde el inicio que nuestros sentimientos se alejaban porque para aquel entonces ambos vivíamos en extremos muy distintos.

Algunas cuestiones perduran en mi forma de ser desde aquel rompimiento, como es el caso de que aún me fijo en los detalles, siempre que camino trato de recordar lo vivido, hoy más que nunca lo hago, puesto que la vida se me convirtió en un desasosiego, me siento ahogado y en consecuencia perdido. En esta tarde, días después, meses después, años después de la última vez que mis ojos recorrieron tu esbozo, me pregunto dónde estarás, qué estarás pensando y sobre todo me cuestiono por la forma en la que hoy comprendes el mundo. Debes de saber que estos interrogantes llegan a mí por el hecho de querer saber qué sentido tiene el querer releer un libro que lleva por título tu nombre. Por mi parte, te cuento, he cambiado muchísimo, claramente no soy el mismo que conociste aquella noche, aunque no quiero entrar en peculiaridades en aquellos temas en los que me defino.

Hace unas horas recordé los hábitos que ambos teníamos, por lo cual, tomé una chaqueta y en medio del frío caminé por la carrera séptima, en el recorrido concluí que nada se parece a los escenarios que conocimos, todo ha cambiado desde aquellas veces en las que me perdía contigo. Por un lado, la ciudad crece día a día y el contexto varía, la inmensidad de los edificios me ha llevado a abandonar los impulsos, me he arriesgado por diversos caminos que conducen a destinos desconocidos. Bajo esa premisa, al pasar por la calle del embudo, que fue el último lugar por el que vivimos, comprendí que la escritura ya no me fluye como antes, pues la inspiración es como si se hubiera ido ¿el motivo? No hay motivos o por lo menos soy incapaz de describirlos mientras camino.

El cansancio se hizo evidente, pretendí reducir las palabras, en consecuencia, mi nublado fuego se agotó, con el último aliento volví hacia el inicio del recorrido, al transcurrir de algunos minutos ya estaba de nuevo frente al bolígrafo, por esta vez me esfuerzo y desde el interior de mi cuerpo busco la intención de escribirte. Pero antes, tomé de nuevo el papel para volver a releer tu carta, mientras lo hacía, recordé lo que una vez hablamos en un bar, en esa esquina, en la mesa color wengué; dijimos que sería importante que después del tiempo nos recordáramos y hoy aquí, sin ningún tipo de vínculo, pienso que lo vivido contigo, me permitió desprenderme de todo aquello que me importó, pues me enseñaste, sin querer, que los lazos son peligrosos, ya que siempre recaen en un escenario de desastre.

¿Tú? Irremediable sí, irremplazable no, irrepetible sí, irresistible no, irreverente sí. Quiero que un segundo se me sea dado, que unas páginas se abran para poder saber de ti, pues no basta con simplemente escribir esta carta o verte a lo lejos. Aunque entiendo si me quieres mantener en la distancia, pero debo confesarte que este propósito de compartir contigo lo necesito, aunque sé que es envidioso mi deseo, quiero pensar que al estar juntos algunas cosas pueden ayudarme en mis planes de olvido, pues como ya lo hiciste antes, sé que serás capaz de dispersar de mi mente este nuevo amorío con Sara. Necesito un refugio y por ello le agradezco a tus besos, a tus abrazos, a tus miradas y a la escritura que me proporcionas, porque sin ello se me extinguiría el poco aliento que me queda, espero verte pronto, que el encuentro tenga la sensación de tranquilidad que da el anís y la amapola.


Con cariño, tu amante más efímero, Gabriel Zuleta.



Sobre el autor

Cristian Reyes

Escritor

Soy profesor de filosofía de profesión, en consecuencia, escribo en función de hallar un punto de fuga ante mi propia vida, mis líneas exploran las sensaciones de incertidumbre, desasosiego y, sobretodo, de nostalgia. Prefiero que recuerden mis palabras antes que mi nombre.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



Cargando comentarios...
Scroll to Top