Política

Diferencias entre ciencia y “conocimientos ancestrales”:
Para Dummies ministeriales y vicepresidenciales

Tiempo estimado de lectura: 5 min

Hace poco salió la noticia en la Silla Vacía sobre las intenciones de nuestra nueva vicepresidenta, Francia Márquez, de querer igualar sandías con peras. La señora Márquez pretende establecer en el Ministerio de Ciencia y Tecnología a la señora Irene Vélez, para juntas “romper con la ciencia hegemónica” e igualar a esta con los “conocimientos ancestrales”.

¡Claro! Al lector esto le puede sonar muy bonito, sobre todo si este cree que cosas como la astrología y la astronomía tienen el mismo valor. Sin embargo, la ciencia o la tecnociencia tienen un lugar privilegiado ante gobiernos e instituciones por un motivo claro: el impacto de la innovación traído por ésta al mundo moderno, la industria y la sociedad en general.

Siento que la gente lee “el Ministerio del Conocimiento” cuando miran al Ministerio de Ciencia y Tecnología. Pues bien, si ese fuera el caso, algo como el Ministerio de Cultura sería un despropósito. La ciencia, al igual que los mencionados “conocimientos ancestrales”, son dos métodos de acercamiento al conocimiento y el desarrollo técnico o tecnológico diferenciados. Sin embargo, hasta ahí llegan sus semejanzas.

La importancia de la ciencia como institución radica en su efectividad para describir el mundo físico. Mientras el mencionado “conocimiento ancestral” te podrá dar una explicación sobre el mundo material como que es producto de las interconexiones con la tierra y fue creado por los espíritus, el método científico podrá describirte su origen real y su funcionamiento exacto.

Esto tiene impactos directos sobre las tecnologías que usa una sociedad. Pensemos en la medicina. En teoría, ambos conocimientos serían válidos para crear medicamentos. Sin embargo, es muy diferente una pomada hecha con plantas tradicionales de los bosques andinos o chocoanos, a una vacuna o medicamento de alta complejidad desarrollado en un laboratorio.

El segundo implica no solo un financiamiento más profundo, sino una infraestructura y cooperación más grande, sin mencionar lo más importante: los conocimientos profundos sobre cómo opera a nivel celular o molecular los mencionados medicamentos. Bacterias, moléculas, funcionamiento del sistema nervioso, cardiaco, los procesos detrás de enfermedades como el cáncer o la diabetes. Todos estos conocimientos no pueden ser detectados por otros métodos más allá del científico.

Otro ejemplo pueden ser los métodos para la guerra. El conocimiento ancestral te dirá tal vez qué tipo de venenos se pueden encontrar y cómo disparar dardos o flechas. El conocimiento científico te podrá contar la física detrás de elevar un cohete al espacio para detonar una bomba comparable al impacto de un meteorito al otro lado del planeta.

Otro, el del cultivo de alimentos. El método ancestral te podrá decir en qué momento del año es preciso cultivar o recoger cosechas, al igual de sus preparaciones tradicionales. El método científico nos ha dicho como aumentar el rendimiento de las cosechas, como evitar las plagas, como modificar genéticamente las plantas para mejores productos, y como todos estos procesos llegan a impactar en el entorno inmediato.

Sigamos, la comunicación. El conocimiento ancestral podrá enseñar tonos o sonidos específicos para comunicarse a largas distancias, o marcas exactas para dejar en medio de un camino. El método científico ha comprendido las leyes físicas detrás del espectro electromagnético o la luz, permitiendo la comunicación a tiempo récord en todo el planeta y creando el repositorio de conocimiento más grande que alguna vez haya imaginado la humanidad.

¿Ya entendieron el asunto? Desde la aparición de la ciencia como institución, el desarrollo técnico y tecnológico se ha disparado tan profundamente que hoy no comprendemos una sin la otra, confundiéndolas entre sí. La ciencia es central y hegemónica por su efectividad para describir el mundo, junto con el desarrollo de los conocimientos necesarios para las nuevas tecnologías.

Es por esto que tiene un asiento en los ministerios de los gobiernos. No solo aquí sino en todo el mundo, sobre todo en los países más desarrollados. Por eso no se sienta sola. Por eso es acompañada en su nombre por la tecnología. La ciencia es un conocimiento superior sobre este campo a un saber que se quiera llamar ancestral, sin menoscabar el aporte que este pueda hacer a la sociedad.

El problema no es que se quiera despreciar a los conocimientos tradicionales de las comunidades. El asunto es que se quiere igualar estos al poder explicativo de la ciencia. No tienen el mismo potencial transformador, ni aportan a la sociedad de la misma forma. El desarrollo de los conocimientos ancestrales puede impactar en ámbitos como la cultura, el de la ciencia ha de impactar nuestro desarrollo como país.



Sobre el autor

Santiago Ramírez Sáenz

Escritor

Politólogo en formación, con aspiraciones a futuro en antropología, filosofía y economía, entre las que se puedan aparecer en el camino. Gran apasionado de la ciencia y la tecnología, eje central de mi trabajo académico y mi proyecto de vida. Bachatero y salsero, aunque no lo parezca. Gran fanático del sueño interestelar y nerdo de nacimiento.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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