Política

Entre las cámaras y la acción

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Cómo era de esperarse, la llegada de las vacunas contra el COVID-19 a Colombia causó un gran revuelo. Por un lado, provocó cierto sentimiento de esperanza al percibir en el horizonte una solución "pronta" a la pandemia, pero por otro lado la enorme caravana de fotos y funcionarios del gobierno alardeando éxito causó un enorme descontento.

El presidente Duque trató de dejar claro que la llegada de estas vacunas no debía fomentar la politiquería, pero apenas estas aterrizaron en el país y se empezaron a distribuir, ese mensaje se olvidó. Apenas el 0.08% de las vacunas fueron descargadas y ya se estaba cantando victoria.

Un "le cumplimos a Colombia" retumbaba a través del micrófono, pero para llegar a afirmar algo de tal magnitud hace falta recorrer un camino muy largo y difícil, ya que Colombia es el segundo país con más contagios de COVID-19 en Sudamérica con más de dos millones de casos, solo después de Brasil.

Horas después del aterrizaje, miles de fotos, transmisiones, tweets y mensajes que giraban en torno a las vacunas recorrieron Colombia. Situaciones así eran de esperarse en el contexto de la era digital donde la información es difundida en instantes, pero parte del problema radicó en que varios políticos aprovecharon la oportunidad para darse un bañito de popularidad y mostrar las vacunas cual trofeo. Desde retardar por horas la vacunación porque el ministro de justicia no había llegado aún , hasta pasear las cajas con las vacunas una y otra vez por la puerta de un hospital porque faltaba la respectiva foto (solo por mencionar algunos casos), con acciones de este tipo, se puso en espera a personas que exponen a diario sus vidas y que son capaces de poner en juego su salud por cuidar a quienes se debaten entre la vida y la muerte. Personas que le han puesto el pecho a la tragedia, muchas veces sin recibir una remuneración que recompense el trabajo duro.

Tener vacunas es una excelente noticia, nadie opinaría lo contrario, pues todos tenemos la necesidad de recuperar esa anhelada "normalidad", pero poner en juego vidas, el dinero invertido y los meses de preparación por una foto o un vídeo no es nada sensato. Es por esto que todos los protocolos que giran en torno a la vacunación deberían limitarse. Si realmente se le quiere cumplir al país, es fundamental que las acciones hablen por sí solas, que apaguemos las cámaras un rato y pongamos toda nuestra atención y esfuerzo en lograr que estas jornadas de vacunación funcionen a la perfección, porque de no ser así, el resultado podría ser catastrófico, dado que las jornadas de vacunación realmente están determinando la capacidad de improvisación de los gobiernos.

Por el momento, las vacunas siguen llegando. A la fecha van más de 360.000 vacunados en el país, y a pesar de la logística, que ha sido muy criticada por ser operativamente compleja, solo nos queda confiar en los grupos de expertos que la diseñaron, porque si nos centramos en jugar al epidemiólogo y en creer que tenemos la solución a todo, no vamos a llegar a ningún lado, así nuestras teorías tengan las mejores intenciones.

Es fácil realizar comparaciones con otros países o con otros métodos de vacunación, pero hay que saber leer contextos. Ya hemos visto casos, tanto en otros países de Latinoamérica como en el nuestro, de personas que se “saltan la fila” o de dosis que no aparecen porque en la región tenemos un gran problema y es el límite de vacunas. Es por esto que la rigurosidad en estos procesos es primordial, pero esa rigurosidad no viene solo del gobierno, porque tristemente en Colombia nos acostumbramos a seguir las reglas con una notoria inconformidad, pero cuando los problemas suceden, no vamos más allá de una queja y uno que otro grito al televisor, y de ahí no pasamos.

Que no se nos haga costumbre ser el país de los inconformes pero inactivos, si realmente queremos que estos procesos funcionen hay que poner de nuestra parte. ¿Queremos que respeten la fila? Esperamos nuestro turno, ¿No estamos conformes con algo? Hay que expresarlo, ¿Queremos que las cosas sean diferentes? Propongamos soluciones distintas, pero sobre todo, dejemos de agachar la cabeza cuando no estamos conformes con algo y tomemos cartas en el asunto para que las cosas sean diferentes.



Sobre la autora

Laura Sofía Cabrera Jaimes

Directora del Área de Escritores

"Tal vez no pueda cambiar el mundo, pero sí el pedacito que me toca"
Pronto internacionalista, mientras tanto disfruto dar mi opinión, aprender de distintos temas y poder analizarlos en el proceso. Recién entrada a los 20. Rola. Amante del fútbol, los perritos, la fotografía y de cantar desafinado.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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