Política

Filipinas: una guía para el populismo

Tiempo estimado de lectura: 5 min
2021-09-07 por Andrés Camacho

En 2016, Rodrigo Duterte fue elegido presidente en Filipinas. Conocido por sus declaraciones misóginas y xenofóbicas, sumando las violaciones a los Derechos Humanos, ha logrado debilitar las instituciones democráticas del país. ¿Cómo es posible que la cultura política permite el ascenso de un gobierno populista que atenta contra los Derechos Humanos en Filipinas?

De acuerdo con el Centro de Educación e Investigación para la Paz, la realidad política mundial está sufriendo transformaciones. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos y Brasil demuestran que los autoritarismos son posibles en las democracias liberales del siglo XXI. Según Jan-Werner Müller, el principal temor del panorama, resulta en que la violencia no sólo se encuentra contra la migración y el crimen, sino contra la ciudadanía que representa la oligarquía.

En Filipinas, a diferencia de otros casos, Duterte ha enfocado su estrategia en los criminales, la corrupción y las drogas. En la ciudad donde fue alcalde, Davao, era conocido como “el castigador”: hubo ejecuciones contra quienes, a su juicio, lo merecían. Fue con estos resultados que logró convertirse en presidente en 2016: un político que prometía mano dura para acabar con la criminalidad y la corrupción del país.

Populismo en Filipinas

Para conocer cómo funciona el populismo en Filipinas es necesario definirlo. De acuerdo con Mudde, existen tres elementos característicos del populismo: el primero se refiere a la construcción de un enemigo común, donde generalmente la élite o los migrantes cumplen un papel perfecto. En segundo lugar, es necesario consolidar y defender los valores morales de la ciudadanía (lo que nos hace ciudadanos de bien). En tercer lugar, se encuentra el respeto hacia la voluntad del pueblo en la política.

El caso filipino demuestra la existencia de una congruencia entre el primer punto que menciona Mudde. Desde su independencia se ha caracterizado por conservar a las élites familiares en la presidencia, donde las principales industrias del país se encuentran concentradas en unas pocas personas, lo que aumentó la desigualdad: el índice GINI se encuentra en el 47,90%. Por lo anterior, la base de los votantes de Duterte se compone de los sectores populares, y su campaña política se construyó a partir de la crítica contra las clases políticas tradicionales y el crimen a nivel nacional.

A pesar de que Duterte encontró la fórmula para convertirse en presidente: prometió luchar contra las drogas y los corruptos serían castigados. No obstante, el presidente Ferdinand Marcos ya utilizó estas estrategias previamente en el país. La retórica de la campaña presidencial de Duterte no se enfocó en la diplomacia y las alianzas políticas con sectores en todo el país. Hizo lo posible por radicalizar el discurso donde se justifican los asesinatos extrajudiciales para eliminar el crimen, la corrupción y el consumo de drogas en el país.

La guerra contra las drogas

La lucha contra las drogas ha significado la creación de grupos de acciones legales e ilegales en contra de la ciudadanía. La policía ha creado alianzas con la ciudadanía para crear listas donde se detalle quienes venden y consumen en barrios de todo el país. Luego la policía llega a sus casas, donde los acusados pueden escoger la cárcel en vez de la muerte. Para el marco legal, los policías afirman que las personas se resisten al arresto, entonces terminan muertos en el operativo, lo que se conoce como Nanlaban.

Es así como crearon dos estrategias para combatir el microtráfico. El primero es el Oplan Double Barrel que busca controlar todo tipo de actividad en las calles: los policías realizan allanamientos sin orden judicial y el toque de queda es ley cada noche. El segundo se conoce como Tokhang donde los que se cree son culpables de actividades ilícitas primero son interrogados para conseguir más información sobre otras personas que están involucradas en el microtráfico.

No obstante, esta guerra no se libra contra los capos o narcotraficantes del país. En la mayoría de los casos, resultan muertos los consumidores y los pequeños expendedores. De acuerdo con Human Rights Watch, al menos 12 mil personas fueron asesinadas como producto de la guerra contra las drogas.

Duterte es candidato vicepresidencial para las elecciones del 2022, la constitución le prohíbe que se encuentre en la presidencia para el siguiente término. No obstante, la mayoría de los votantes considera que la lucha contra las drogas no debe acabar hasta eliminar a cada consumidor y expendedor de ilícitos en el país.

En conclusión, la tradición política de Filipinas demuestra que, el populismo, encuentra un espacio en sociedades que son fácilmente direccionadas a desarrollar sentimientos negativos sobre un enemigo común. Así mismo, la cultura política, representada en la decepción social por las clases populares, es donde la institucionalidad pierde la característica de ser la única que reglamenta la convivencia ciudadana. Es por lo anterior, que existe una normatividad alterna que permite los asesinatos extrajudiciales que atenta contra los derechos humanos.



Sobre el autor

Andrés Camacho

Director general

Cofundador de la Revista Cara & Sello. Politólogo o al menos eso dice el cartón que cuelga en mi pared. Amigo de la literatura y la música. Columnista semanal: escritor desde de lo cotidiano y lo marginal.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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