Política

La historia no se repite, pero rima bastante

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La profecía de la inminente invasión de Rusia a Ucrania por fin sucedió, a pesar de que los medios de comunicación afirmaban que esto sucedería el 16 de febrero, le llevó a Putin y a sus tropas unos días más la ejecución de lo que llaman una “operación militar”, pero que realmente es una invasión. Aunque hace 77 años la carta de San Francisco (creadora de la Organización de las Naciones Unidas) ponía como su eje la prohibición de los delitos de agresión, estos volvieron a suceder con una Ucrania indefensa ante el uso de la fuerza armada rusa contra su soberanía e integridad territorial. Si bien los escenarios de las invasiones que se esperaba que no se repitieran son distintos, es posible encontrar varias similitudes, procesos de decisiones y justificaciones en el pasado para entender lo que sucede actualmente.

Una de las justificaciones más usadas por Putin para ingresar tropas a territorio ucraniano es la desnazificación. Con esta, el Kremlin ha buscado definir un rival claro en Ucrania y justificar así parte de su acción, porque seamos sinceros, los nazis siempre serán los enemigos por excelencia, el problema es que el discurso se cae de su propio peso, porque, aunque si bien el batallón de Azov es un grupo nacionalista pro nazi que se ubica en Ucrania, estos no representan una mayoría; en un país de más de 40 millones de personas hay aproximadamente 1.000 que tienen esta ideología. Ahora la pregunta sería ¿Por qué hay pro nazis en Ucrania?

Para responder esta pregunta es necesario remontarnos a 1932, cuando Ucrania hacía parte de la URSS y Stalin se encontraba en el poder. En ese momento, Ucrania era un país despensa por sus cultivos de trigo, es por esto que Stalin decidió estatizar la economía y de 1932 a 1933 Ucrania sufrió el Holodomor (muerte por hambruna) dado que Stalin decretó que los ucranianos no podían esconder ni robar trigo o serían condenados a penas de hasta 10 años en campos de trabajo forzado, porque este debía usarse para alimentar a toda la URSS y aumentó las cuotas de producción de alimentos lo que terminó matando de hambre a más de 3´000.000 de ucranianos. Esto generó un resentimiento muy profundo que hizo que cuando los nazis llegaran a Ucrania en 1941 fueran recibidos con los brazos abiertos, porque serían quienes podrían defenderlos de los soviéticos y muchos se unieron a las fuerzas armadas alemanas o servían de guardas de seguridad en los campos de concentración. Esto fue muy popular hasta que en 1941 sucedió la masacre del barranco de Babi Yar, sitio en donde miles de judíos fueron alineados y fusilados masivamente durante el Holocausto y donde el 2 de marzo de 2022 hubo bombardeos rusos que dañaron el monumento que recordaba la muerte de 33.771 judíos ucranianos que murieron en dos días hace 81 años.

Otro aspecto que usa Rusia para justificarse es insistir que desde la Guerra Fría Baker (secretario de Estado de EE.UU.) y Khol (canciller alemán) le aseguraron a Gorbachov que nunca se iban a extender hacia el Este. Lo cual ha hecho que Rusia tenga una postura reactiva para mantenerse como potencia, usar la crisis económica y social europea a su favor para darle más peso a sus demandas y lograr ponerle un límite al constante expansionismo de la OTAN en su espacio vital, que pone en jaque su territorio y su soberanía. La base de las exigencias rusas ha sido proteger su espacio vital, al exigir que la OTAN deje de expandirse hasta llegar a sus fronteras cercanas, como lo es Ucrania, pero más allá de que la presencia de occidente en la zona de influencia rusa se acerque cada vez más el tema nuclear es lo que realmente pone peso en la discusión.

Durante la Guerra Fría la amenaza de destrucción mutua asegurada por parte de la URSS y EE.UU. era lo que los detenía de usar sus respectivas capacidades nucleares, pero en la actualidad este principio deja de funcionar porque las distancias juegan un papel fundamental. Si bien hay bases de la OTAN desplegadas en Polonia y Rumania, un posible ataque con misiles sería fácilmente detectado y contraatacado por Rusia, pero en el hipotético caso de que Ucrania ingresara a la OTAN y se ejecutara el mismo ataque, éste solo tomaría 5 minutos para ser efectivo, lo cual no dejaría al Kremlin con mucho espacio de respuesta.

Esto representaría una amenaza vital para la existencia misma de Rusia, pero ahora que la debilidad de la OTAN es mucho más clara, Putin podría no solo querer proteger su perímetro de seguridad sino ampliarlo ya que la presencia occidental iría en aumento. Algo muy similar se dio en 1962, la diferencia es que la URSS renunció a instalar misiles en Cuba y a cambio, se desarmaron misiles que Estados Unidos tenía en Turquía apuntando a la URSS, porque cuando sobre la mesa hay una posibilidad de ataque directo, los países van a responder, sobre todo si se quiere defender espacio geopolítico.

Durante esta crisis en Ucrania se ha podido reafirmar que las organizaciones que “garantizan la libertad y la seguridad” o incluso buscan “prevenir y eliminar las amenazas a la paz” realmente se rigen por un principio de sálvese quien pueda con lo que tenga, la integración y la intermediación han brillado por su ausencia, pasó con la Liga de Naciones al final de la primera guerra mundial y sigue pasando ahora. Es por esto que muchos países se han puesto en la tarea de reinvertir en sus ejércitos para poder garantizar su defensa nacional, Alemania es uno de los casos más representativos al cambiar sus políticas por la situación en Ucrania, el canciller, Olaf Scholz, ha anunciado la inversión de 100.000 millones de euros para mejorar el Ejército alemán, modificó su restrictiva política de envío de armas y aumentó la inversión anual en Defensa de más del 2% del PIB. A su vez, España enfrenta una gran presión para aumentar el gasto militar, e incluso Colombia está tratando de invertir, en la medida de sus capacidades, en el ejército a través de la intención de compra de seis aviones de combate F-16 a Dinamarca para reemplazar los aviones Kfir que cumplen su vida útil en 2023, porque aunque seis aviones parezcan poco (y lo son) es mejor prevenir que lamentar.

Si bien los conflictos actuales tienen armas, actores, justificaciones y lógicas diferentes, las raíces de las causas y consecuencias de estos son claras porque se siguen pasando cuentas de cobro del pasado. El sistema internacional está en un punto de inestabilidad y pragmatismo que hace que las decisiones giren en torno a la paranoia, al dilema de la seguridad y a las sanciones económicas, que tienen los mismos perjudicados de siempre, las poblaciones que quedan en la mitad de los conflictos, aquellas que enfrentan las crisis humanitarias, las que ponen los muertos y las que terminan pagando y soportando las sanciones económicas.




Sobre la autora

Laura Sofía Cabrera Jaimes

Directora del Área de Escritores

"Tal vez no pueda cambiar el mundo, pero sí el pedacito que me toca"
Pronto internacionalista, mientras tanto disfruto dar mi opinión, aprender de distintos temas y poder analizarlos en el proceso. Recién entrada a los 20. Rola. Amante del fútbol, los perritos, la fotografía y de cantar desafinado.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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