La pandemia por COVID-19 nos quitó los espectáculos en vivo. En Colombia, durante unos 6 meses tuvimos conciertos y festivales cancelados y postergados, pero ya hemos empezado a ver y asistir a espectáculos adaptados a las necesidades más urgentes: guardar distancia y usar tapabocas.

Caravana Auto Conciertos ha sido una de las iniciativas más notables porque unió a tres grandes de la producción de espectáculos y experiencias en el país: Ocesa Colombia, Páramo Presenta y Live Nation. Los tres se unieron para que podamos volver a conectarnos con la música en vivo y por eso crearon zonas demarcadas en las que las personas pueden estar a cielo abierto sin mezclarse con personas de otros vehículos.

Páramo Presenta también ideó Transmisión, una plataforma digital donde artistas locales podrán presentarse en concierto y recibir apoyo directo de los fanáticos por cada entrada pagada. Esta idea es un modelo de ingresos y de participación justo que ha sido definido previamente con los artistas.

Por su parte, el Instituto Distrital de las Artes de Bogotá ha puesto en funcionamiento un escenario móvil que viaja por puntos estratégicos de la capital colombiana y que ofrece espectáculos musicales gratuitos a plena luz del día y con todos los protocolos de seguridad. Esta es una iniciativa que ha devuelto el arte a los barrios y que ha animado a los artistas a seguir adelante.

En otras regiones del país la situación ha sido más radical. El alcalde Jaime Pumarejo Heins confirmó que la edición 2021 del popular Carnaval de Barranquilla no se realizará en el mes de febrero y quedará aplazada indefinidamente. En Medellín, en cambio, optaron por una Feria de las Flores Virtual que inauguraron con un concierto en línea, mientras que en Cartagena varios artistas han recorrido la ciudad en un camión para alegrar a todos en medio del confinamiento. Los artistas de esta ciudad también han hecho conciertos virtuales para ayudar al gremio musical que se ha visto afectado económicamente debido a la pandemia.

La situación a nivel mundial no ha sido diferente. En Inglaterra, a mediados de agosto, idearon un concierto al aire libre y con módulos donde asistieron 2.500 personas divididas en 500 plataformas. Orange Gigs, una empresa en México, adoptó esta idea y se animó a organizar los Conciertos con Sana Distancia (CCSD) en el Open Air de la Arena Ciudad de México.

La emergencia sanitaria también ha permitido formular experimentos: un equipo de científicos en Alemania convocó a voluntarios para que asistieran a un concierto donde se les daba una especie de collar que rastreaba sus movimientos y transmitía una señal cada 5 segundos. El objetivo era saber cómo se mueve el virus en espacios cerrados de entretenimiento. El experimento se realizó en la Arena Quarterback Immobilien de Leipzig, pero los resultados aún no se han dado a conocer. Lo que se sabe es que los investigadores concuerdan en que la mejor manera de reunir datos confiables al respecto es simulando un concierto real. Por su parte, el cantante alemán de pop Tim Bendzko —artista que participó en el experimento— aseguró a The New York Times que “es mejor hacer algo activamente para que las cosas avancen que quedarse en casa a revolcarse en la incertidumbre”.

En cuanto a los avances tecnológicos, la inteligencia artificial y los nuevos dispositivos se posicionan como una herramienta para interactuar en tiempo real en los conciertos virtuales. Incluso la empresa Production Club radicada en Estados Unidos ha planteado la posibilidad de crear un traje diseñado específicamente para evitar cualquier contagio sin perder contacto con el exterior. El traje fue una de las primeras opciones que se contemplaron para volver a asistir a festivales de manera masiva.

Las posibilidades son amplias y el panorama parece mejorar. Por ahora los artistas locales serán los encargados de devolvernos la música en vivo y nuestra misión será apoyar el talento nacional y disfrutar las opciones que se nos presenten. La música en vivo no morirá y, mientras nos cuidemos, nosotros tampoco.