Sociedad

La resistencia digital:
Parte 3

Tiempo estimado de lectura: 6 min

Dada mi constante preocupación sobre el internet, la digitalización y las tecnologías informáticas; frecuentemente compañeros, amigos y hasta profesores me han realizado cuestionamientos que giran en torno a la misma cuestión ¿Cómo se contrarresta este fenómeno de la vigilancia constante y el control, la manipulación en redes y el deterioro democrático frente a la digitalización?

La respuesta no es tan simple como aparenta ser. Se puede pensar en la promoción del pensamiento crítico y las estrategias para la vigilancia de fenómenos como las Fake News. Dichos sistemas ya empiezan a aparecer, como las notificaciones para lectura de artículos antes de compartirlos, o la misma educación en escuelas y universidades.

La cuestión aquí radica en la misma naturaleza de los algoritmos que representan a las grandes compañías. Su poder e intereses solo han podido ser contrarrestados parcialmente por la estructura de los grandes Estados. Cabe decir que no todos los Estados están en la misma capacidad de responder a las demandas y riesgos que representan los gigantes tecnológicos, pues la digitalización dirigida desde las grandes corporaciones también es un fenómeno de la globalización.

En este sentido, la presión que debe hacer cada usuario implica en ocasiones sacrificios marcados que no necesariamente está dispuesto a hacer. El primero y más claro radica en la manera como filtra y maneja la información, alternativa que nuevamente está limitada por unos algoritmos que son capaces de entender a profundidad la psique humana y las preferencias del individuo.

La segunda resulta la más fácil y común de todas, pues ha sido la base sobre la cual se estableció el discurso optimista de las redes sociales: la denuncia y seguimiento de las actividades tanto de Estados como de empresas. Amparado en nuestras democracias, donde el Estado llega a ser un contrapeso más o menos efectivo contra las corporaciones y viceversa, las presiones de los grupos sociales en redes pueden marcar como nunca la diferencia.

Hablamos de denuncias públicas a comportamientos o actividades -tanto inmorales como delictivas- de funcionarios públicos, empresas, personas o grupos sociales. Ejemplos de estos fenómenos sobran. Casos como las denuncias públicas de acoso, la censura al hincha colombiano en el Mundial de Rusia, el escándalo de MinTIC sobre Centros Poblados, entre muchos otros que rondan en redes.

Este punto es importante y relacionado con el primero. El bombardeo constante de información, muchas veces falsa, junto con las posiciones ideológicas y políticas de los usuarios; llevan a situaciones como cazas de brujas o la viralización de información falsa.

Tenemos ventaja en muchos sentidos sobre los regímenes autoritarios en este sentido, puesto que el escenario público que implica las redes no está controlado necesariamente por el Estado, sino que obedece a un conjunto de multinacionales que ven en la Big Data un negocio y no un aparato de control social per se. En contraposición, las preocupaciones directas de los dirigentes chinos, iraníes o rusos se enfocan en el control social a través de redes.

Al igual que como se controla la esfera pública y se busca la intromisión en la esfera privada en los autoritarismos y totalitarismos clásicos; el internet y las redes sociales implican no solo una ampliación de la esfera pública, sino la intromisión deliberada y autorizada por nosotros en nuestra esfera privada. Todo esto por las comodidades y oportunidades que ofrece la digitalización.

Finalmente, la más reciente, y tal vez la más complicada para muchas personas, se enfoca en los nuevos modelos de negocios. Más concretamente, las tecnologías BlockChain. Estos nuevos sistemas descentralizados han probado ser la nueva amenaza directa al poder centralizado de las redes, dirigido por multinacionales tecnológicas y Estados autoritarios digitales.

La aparición de divisas digitales fuera del control de los gobiernos, el establecimiento de los contratos inteligentes o los NFT’s para la protección de la propiedad intelectual; nos abre la puerta a un mundo que reduzca la burocracia tradicional, los métodos fraudulentos de corrupción o los sistemas de control dados por la Big Data.

No por nada están siendo prohibidas en países que mantienen fuertes controles sobre el internet y los datos, como es el caso de China. La prohibición de estas en el gigante asiático se debe precisamente a que no dejan rastro que contribuya a la inmensa red de datos. Esto, para el autoritarismo digital más grande del mundo, no es perdonable.

En nuestro caso, la alerta las ha lanzado la banca tradicional, que, si bien no desaparecerá, sí verá mermado su poder e influencia por las nuevas divisas digitales, que no necesitan de su intermediación para funcionar. Pronto, la alarma sonará en despachos de abogados u otras estructuras burocráticas, al tener sistemas informáticos que cumplan las mismas funciones de los contratos tradicionales. Esto sin intermediación ni interpretación, de donde surgen normalmente las trampas legales o las estructuras de corrupción.

Cabe decir que esto implica dos esfuerzos cruciales: una nueva transición para la población que generalice y facilite el entendimiento de estas tecnologías, junto con un aumento sustancial de la demanda energética. El BlockChain y todos los sistemas asociados a este, demandan una gran cantidad de energía que ha de obligarnos a duplicar seguramente nuestra capacidad de producción.

Sin embargo, los esfuerzos en dicha materia podrían traducirse nuevamente en el retroceso del poder estatal y las multinacionales ante las fuerzas de la globalización, como lo fue en las primeras décadas de nuestro siglo. Entender que la contención –no eliminación- tanto de Estados como empresas dentro de la lucha por el control de internet, es lo que a mi parecer debe entenderse como un auténtico ciudadano digital en las redes y el mundo globalizado.


Nota: Para aquellos que quieran entender mejor las redes y empezar a protegerse, se puede iniciar por cambiar a navegadores como Brave, o aprender del mundo cripto dentro de plataformas como Platzi (cabe decir que ninguna de estas dos empresas es patrocinadora ni del artículo ni de la revista).



Sobre el autor

Santiago Ramírez Sáenz

Escritor

Politólogo en formación, con aspiraciones a futuro en antropología, filosofía y economía, entre las que se puedan aparecer en el camino. Gran apasionado de la ciencia y la tecnología, eje central de mi trabajo académico y mi proyecto de vida. Bachatero y salsero, aunque no lo parezca. Gran fanático del sueño interestelar y nerdo de nacimiento.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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