
Hace poco me establecieron una pregunta muy interesante, ¿no contemplo acaso un sistema pos-capitalista viable? Dicha pregunta nació de un anterior texto, donde la personificación del sistema capitalista se presentaba y establecía un discurso sobre sí mismo.
Mi respuesta inmediata sería no sé. Afirmar que no se dé un reemplazo del sistema capitalista es como afirmar en plena expansión sobre el continente americano que el mercantilismo no tendría un reemplazo. Sin embargo, sí tengo en sí una respuesta sobre dicha cuestión: cualquier sistema pos-capitalista tendría en su núcleo herencias claras de este.
El capitalismo en sí es un sistema complejo, entendido en el marco de la Teoría del Caos. Es semejante a un sistema disipatorio de energía, semejante a la vida misma, y en ello radica su éxito en gran medida. Lo que logra el capitalismo por sí mismo es establecer estructuras complejas como empresas, mercados, sistemas de gobierno, maquinaria, invención y demás; que permiten disipar energía contenida de una manera más eficiente.
Es como los sistemas vivos. Las estructuras e invenciones que nacen en su seno crean más entropía. Pensemos en la energía nuclear o los combustibles fósiles. Grandes cantidades de energía que fueron y son almacenadas en el subsuelo, pero que, gracias a un conjunto de primates, buscando la acumulación de capital, extrajeron del suelo esa energía potencial para disiparse en forma de calefacción, maquinaria, automóviles, mercancía, transporte, etc.
La eficiencia en la disipación de energía del capitalismo es mayor a cualquier otro sistema económico antes visto. La acumulación de capital tiene por principio un crecimiento perpetuo, y con este una mayor entropía que parece agradar al universo. Es por este principio que la carrera espacial, dada ya por la iniciativa privada, tiene suma importancia y sentido para la manutención a largo plazo del mismo sistema.
Igual, pensar en una adaptación tampoco es iluso. Las presiones sobre el sistema económico dadas por las demandas sociales y climáticas, junto con la limitación de recursos, ponen en duda que no pueda existir cambios en el sistema económico. Sin embargo, dichas respuestas parecen responder o aparecer en ciclos cerrados, semejantes a los de la misma naturaleza.
La idea de la economía circular se fundamenta en ello. Un sistema de producción y consumo que se equilibra por sí mismo al comerse y procesar sus propios desechos, sin renunciar con ello a una evolución o invención constante producto del capital.
Es muy difícil saber si se dará un pos-capitalismo. También es pensar qué representa esto para cada uno de nosotros. Un socialista, un liberal o un anarquista imaginarán tipos diferentes de pos-capitalismo, con fundamentos muy diferentes entre sí. A pesar de ello, y recordando al capitalismo como sistema complejo, debemos pensar en un pos-capitalismo desde una perspectiva evolutiva.
Esto implica, como ya dije, que cualquier sistema posterior al capitalismo tendrá en su fuente herencias del capital, como este lo tiene del mercantilismo. Los sistemas complejos, como las diferentes formas de vida, no vuelven a puntos anteriores de desarrollo para volver a recomenzar, sino que se construyen bajo los parámetros que ya tienen de por sí. Es la razón por la que, pese a resultarnos innecesarios, tenemos muelas del juicio o pelo púbico.
Eventualmente se eliminarán factores diferenciadores del sistema, pero a mi particularmente me cuesta creer que el universo en sí nos permita renunciar a un sistema que permite disipar la energía de una manera tan eficiente. Las lógicas del capital, en la medida que sigan siendo tan eficientes como lo han sido, seguirán presentes tanto en este sistema como en sus hipotéticos sucesores.
El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello