Política

¡A plantarlos bien!

Tiempo estimado de lectura: 3 min
2021-08-10 por Andrés Camacho

Abundan las empresas que aplican, como política de responsabilidad social, la plantación de árboles para mitigar la huella de carbono que generan desde su proceso productivo. No obstante, se han encontrado estudios que desacreditan la eficacia de esta medida, ¿de qué se trata esto?

La estrategia tradicional de plantar árboles consiste en establecer el lugar y proteger los troncos nacientes con elementos no naturales. La selección del espacio no depende de cuestiones científicas, sino más bien estéticas. De esta forma, se busca controlar el tamaño de los árboles, pero no se presta atención a la fauna que debe regresar a los árboles. Lo anterior, no permite que la recuperación se realice de manera completa: no es un bosque, son solo árboles plantados aleatoriamente.

De acuerdo con nuevos hallazgos del Royal Botanic Gardens Kew, existen algunos beneficios subestimados en la reforestación natural. Si se opta por regeneraciones naturales de bosque, se puede reducir 40 veces más carbono que en un ambiente con los métodos tradicionales. Es decir, plantar árboles, desorganizadamente, no representa una reducción del cambio climático tan efectivamente como lo realiza la recuperación de bosques verdadera.

Estudios del Royal Botanic Gardens Kew demuestran que plantar árboles de forma desorganizada y errónea puede afectar más el ecosistema que brindar beneficios para combatir el cambio climático. Por ejemplo, en Sudáfrica han tratado por años de erradicar especies de árboles que fomentan la erosión en el territorio. Así mismo, en Estados Unidos han combinado la reforestación con procesos de ganadería extensiva, lo cual ha imposibilitado una verdadera recuperación de los bosques.

El proceso adecuado, en consonancia con el instituto anteriormente mencionado, requiere de poca intervención humana, donde deben eliminarse plantas competidoras o animales de pastoreo. De esta forma, se fomentan las prácticas de recuperación de bosques a partir de otros existentes y originarios del lugar, donde la real intervención humana debe enfocarse en la creación de un ambiente propicio para que la fauna también encuentre, en el nuevo bosque, su hogar.

En Colombia, la reglamentación sobre la reforestación de bosques es anticuada. La ley 139 de 1994, menciona que la reforestación de bosques puede ser de fines comerciales. No obstante, esto va en contravía de los nuevos hallazgos sobre la recuperación natural. De igual manera, el decreto 1257 de 2017, limita ciertas prácticas de la deforestación, y al hablar de protección de bosques naturales, comenta la importancia del ecosistema de algunos animales. Sin embargo, no promueve de alguna manera la plantación de vegetación en espacios donde ésta se ha perdido.

No existe regulación más relevante que la mencionada en el país. Las pequeñas normativas, no permiten realizar un precedente respecto a esta temática. Actualmente, en el Congreso Nacional, dos proyectos de ley prometen cambiar nuestra percepción acerca de la recuperación de bosques.

En conclusión, la plantación de árboles debe adecuarse a los estándares para obtener el resultado esperado. El sector público y privado deben aprender la importancia de la recuperación de bosques con métodos naturales. Comprender y fomentar políticas públicas que incentiven la plantación natural, permitirá que la reducción de huella de carbono en Colombia impacte positivamente las consecuencias de la industria del país.


Sobre el autor

Andrés Camacho

Director General

Cofundador de la Revista Cara & Sello. Politólogo o al menos eso dice el cartón que cuelga en mi pared. Amigo de la literatura y la música. Columnista semanal: escritor desde de lo cotidiano y lo marginal.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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