Política

De extremo centro

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En las redes sociales como Twitter, Facebook e Instagram en menor medida, se vive atacando o criticando constantemente a todas las personas que sean de “centro”, los denominan tibios y, según ellos, son la peor abominación que le pudo pasar a la política de un país. La cuestión aquí es saber qué es eso del centro, cómo se come y si realmente es tan malo como lo pintan.

La pregunta “¿qué es el centro?” abre un gran debate teórico sobre si realmente existe o no. Lo cierto es que con base en la teoría, el centro no existe, porque toma ideas de izquierda y derecha, que sí tienen teoría propia. En el centro no hay nadie que redefina este tipo de ideas y arme argumentos sólidos que le den base teórica, solo los usa y los deja tal y como están. Sin embargo, en la práctica da un panorama completamente diferente porque es usado en el discurso como el verdadero salvador de los problemas de un país.

El centro, en esencia, surge a causa de la crisis de un Estado que no tiene identidad y busca rediseñarse, sumado a una crisis bipartidista y la cúspide de los populismos. Además, debe aclararse que el centro no es exactamente el punto medio entre izquierda y derecha, y mucho menos la indefinición por excelencia. El centro es una extensión donde convergen la capacidad de entender, la mente abierta, la sensibilidad social, la realidad, la objetividad, y sobre todo, un compromiso sensato por los derechos humanos de todas las personas.

En ese orden, la mentalidad abierta va en contra de todo aquello que busque dar etiquetas, es consciente que de todo y todos se puede aprender, se aleja de todo tipo de autoritarismo y usa la objetividad para el ejercicio del poder, basándose en la realidad para construir políticas que ayuden a todo el común. Es consciente de que la realidad es plural y dinámica, y jamás debe responder a objetivos propios. En otras palabras, se propone superar el pensamiento bipolar. En ese caso no importa de dónde vengan las ideas, lo importante es que sean adecuadas, humanas y eficaces.

Ahora bien, es momento de abordar los pros y los contras del centro. Tiene una propiedad maravillosa y es que tiende la mano para el diálogo, es fiel creyente de que a través de este método se abren puertas ya que permite la reunión y el acuerdo de diferentes posturas. Además, dedica tiempo a formar equipos que, en lugar de dedicarse a la crítica destructiva, estudian y analizan todas las políticas; se ocupa de un desarrollo libre y genuino y finalmente, la comunicación se convierte en uno de los pilares fundamentales para ejercer la acción política, apegándose a la realidad y estando a la vanguardia de los cambios.

El mayor contra que pudiera tener el centro es que al ser tan maleable, tener un pensamiento biconceptual y ser moderado, puede ser fácilmente manipulado y tergiversado, lo que sin lugar a dudas empieza a favorecer más a un lado que al otro, teniendo la mayor cantidad de ganancia en el lado derecho de la balanza. Otras de las mayores críticas que pudiera tener es su carencia de ideología, no tiene una concepción de Estado y humanidad pues maneja los conceptos a su antojo, sustituye a su conveniencia y apoya cuando tiene oportunidad.

Colombia es el espacio perfecto en donde se puede ver la manipulación y mal uso del centro. No sólo porque tradicionalmente es un país al que le gustan los extremos, lo que dificulta la labor esencial del centro, sino porque además los partidos se han encargado de hacerlo ver como un cáncer político que afecta la columna vertebral de la política (tradicional) del país, argumentando que son las políticas de centro las que llevarán a una pérdida definitiva de la enaltecida moral nacional. Entre otras cosas, los referentes políticos de centro que tenía el país traicionaron la confianza nacional al verse inmiscuidos en escándalos de corrupción, no dar la cara en momentos de tensión y no tomar postura frente a temas que afectan el bien del país.

Los referentes políticos de centro que tenía el país traicionaron la confianza nacional al verse inmiscuidos en escándalos de corrupción, no dar la cara en momentos de tensión y no tomar postura frente a temas que afectan el bien del país.

Finalmente, aunque el centro no sea malo por definición ni en acción, puede resultar tremendamente dañino en un Estado que ha sido apuñalado desde todos los frentes, eso significa que como idea política que quiera establecerse tendrá que recuperar la confianza y demostrar que la comunicación sí abre puertas. No obstante, un país como Colombia, primero tiene que dedicarse a acabar con toda la lagarteria y la mezquindad que existe en las esferas políticas de la nación.



Sobre la autora

Mariana Mejía

Escritora

Politóloga y Feminista. Escribo por necesidad, es mi refugio y donde puedo ser yo misma. Soy amante del cine, de las libertades y de todo aquello que llene el alma.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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