Política

El Ministerio del futuro

Tiempo estimado de lectura: 8 min
2021-04-13 por Santiago Díaz

Algo anda mal con nuestro sistema político, lo cual no es novedoso para nadie, pero me gustaría hacer énfasis en uno de los mayores vicios que arrastra nuestro aparato democrático y es su vocación cortoplacista. El hecho de que los mandatos presidenciales vayan rotando cada cuatro años (en la mayoría de los casos), obstaculiza la creación de políticas destinadas a generar un impacto en el largo plazo. Como consecuencia de esto, vemos como cada vez que hay elecciones, se presentan propuestas destinadas a solucionar las coyunturas más inmediatas, mientras que las verdaderas bombas de tiempo se dejan a merced del próximo mandatario, el cual apenas tendrá capacidad de reacción para lidiar con unas problemáticas que, de haber sido tratadas con tiempo y respeto, gozarían de una solución más óptima.

Por esto mismo, se han extendido en varias partes del mundo ciertas corrientes de populismo que solo buscan atacar las necesidades más momentáneas del individuo mediante parches o directamente promesas incumplidas, en lugar de dirigirse a la raíz del problema y enmendarlo desde su origen. De esta manera circulan por el país subsidios que no arreglan nada, construcciones de enormes infraestructuras que no se necesitan o exenciones muy puntuales en materia fiscal. Todos estos, pequeños proyectos o iniciativas que sirven para que el mandatario de turno se ponga una medalla, lave su imagen y asegure los índices de aceptación. Cualquier medida encaminada a solucionar problemáticas a varios años vista será tachada de impopular, pues el ciudadano de a pie quiere ver resultados ágiles, tangibles y al instante. Pan para hoy, hambre para mañana.

El tópico de regalar mercados o tamales en temporada de elecciones es un gran ejemplo para definir este fenómeno. Dejando a un lado la ignorancia y la necesidad por la que una persona puede vender su derecho al sufragio, se demuestra que la gente se deja impresionar fácilmente por medidas o beneficios que sean fáciles de ver, palpar y disfrutar. No importa si la recompensa resulta irrisoria, la gente quiere ver resultados instantáneos a como dé lugar.

En este orden de ideas, tendrá más éxito una campaña política basada en la disminución de la percepción de inseguridad mediante acciones reactivas como el aumento de efectivos en el cuerpo policial o la creación de nuevos centros de reclusión. En cambio, medidas que busquen atacar el problema desde su nacimiento, tendrán menos repercusión mediática, pues cualquier propuesta orientada a reducir el crimen y la violencia mediante la inversión en educación, bienestar, inclusión o desarrollo económico, proyectada a tener resultados dentro de 10 años o más, tendrá las de perder cuando lo que el pueblo realmente quiere ver es el indicador de inseguridad unos cuantos decimales hacia abajo para quedarse más tranquilo.

De esta manera, la clase política se ha vuelto experta en marketing. Se le da al pueblo lo que éste quiere oír, pero el cómo y el para qué, pasan a un segundo plano. Así mismo, circulan miles de propuestas inviables o innecesarias que buscan impactar en las frustraciones de la población, penetrando el plano emotivo y así conseguir votos más pasionales que sensatos. Fiel representación de este hecho es el hipotético muro prometido por Donald Trump para separar México de Estados Unidos al inicio de su candidatura. Con este discurso excluyente y nefasto, Trump buscaba convencer a la gran masa poblacional que de alguna u otra manera se ha visto afectada por la presencia de latinos en su país. Segmentación de mercado.

Circulan miles de propuestas inviables o innecesarias que buscan impactar en las frustraciones de la población, penetrando el plano emotivo y así conseguir votos más pasionales que sensatos.

Pero el lastre del cortoplacismo no se ve reflejado únicamente por parte de la población en su derecho a elegir líderes y representantes. Las consecuencias que se contraen al priorizar lo más inmediato también tiene repercusión en la gestión de los recursos por parte de las figuras que ostentan el poder. Al estipularse mandatos de máximo cuatro años, los mandatarios se muestran más proclives a tomar decisiones que ante todo conserven la imagen pública, antes que tomar la iniciativa para emprender proyectos que busquen mejoras significativas para una sociedad que no sabe lo que se le viene encima. Por esto mismo, no suelen ser trending topic reformas destinadas a lograr avances significativos en temas como el calentamiento global o la deuda pública.

Tenemos lo que nos merecemos. En este circo dirigido por la clase política; la población y los medios de comunicación emergen como actores de gran relevancia. La celeridad con la que esperamos resultados viene también dada por la incesante presión que ejercen los medios para exponer a nuestros líderes, a manera de generar contenido, así como de ganar influencia en la opinión pública. Con esto, vemos como constantemente los análisis, balances y recuentos difundidos por los medios entorpecen la labor del gobernante, que tiene que pasar exámenes de aprobación a diario, lo cual condiciona su toma de decisiones hacia propuestas tenues que le salven la cabeza.

La falta de cooperación también alimenta el cortoplacismo. Para aventurarse a implementar propuestas cuyo alcance perdure en los años, es necesaria la alianza entre varios entes, que colaboren y ofrezcan recursos y apoyo para llevar a cabo planes ambiciosos y en cierto modo altruistas, pues no deja de ser un salto al vacío por algo que puede o no concretarse. No obstante, la esfera política está viciada por lo mediático. Sondeos y encuestas tan frecuentes que pareciera esto un concurso de popularidad, intercambio de trinos que no hacen más que desprestigiar al adversario ejerciendo la oposición por decreto, sin detenerse a pensar que, en su gran mayoría, nos enfrentamos a las mismas problemáticas.

China es un gran ejemplo de cómo pensar a largo plazo puede resultar sustancialmente provechoso para el grueso de la población. La Nueva Ruta de la Seda es un megaproyecto construido y financiado por el gigante asiático para desarrollar nuevas vías de comercio, estimular la industria, abrir más mercados para sus productos y reafirmar su candidatura como primera potencia mundial. Son muchos los países que se beneficiarán con la creación de semejantes infraestructuras de transporte, alianzas comerciales y puestos de trabajo. Aún falta mucho para que este plan estratégico haya concluido; no obstante, Xi Jinping cuenta con una ventaja diferencial, y es el inexistente miedo a perder su posición debido al escaso alcance con el que cuenta la oposición en su sistema político. Este factor posibilita trabajar con más tranquilidad y garantías de que las medidas instauradas podrán tener un seguimiento por parte de las personas que apostaron por ellas desde un principio

Como resultado, tenemos como gran perdedor a las generaciones venideras. La toma de decisiones tiene como motivo asegurar la estancia del mandatario en una posición de poder, provocando así un apalancamiento que tendrá como consecuencia la implementación de leyes y decretos que solo beneficien a la clase política y, en menor medida, a la clase alta y baja, que reelegirán a sus líderes si consideran que en dicho lapso de tiempo han experimentado beneficios seguramente fiscales o de gasto público. Sin embargo, existen políticas y proyectos que ameritan tratarse y gestionarse con muchos años de antelación debido a la magnitud de los cambios estructurales que se pretendan de este.

Pero es difícil destinar fondos a inversiones que tanto el presidente como la población quizá no lleguen a ver o desde luego ven muy lejano. Nuestra naturaleza egoísta así nos define y de tal manera queremos acaparar la mayor parte de los recursos pues lo que viene después no es problema nuestro. Es necesario solo un poco de empatía para lograr prever un futuro muy falto de garantías para las próximas generaciones, donde el calentamiento global siga avanzando, el agua escasee, las crisis económicas declaren estados fallidos y por qué no, otra o varias pandemias nos acechen. En este orden de ideas, se hace necesario crear un ministerio del futuro o cualquier institución con cierta seriedad y peso que vele por los derechos de aquellos que aún no existen para defender sus intereses.



Sobre el autor

Santiago Díaz

Director del Área Editorial

Bogotano, 1994. Profesional en Negocios Internacionales. He vivido en Barcelona y San Petersburgo. Me apasiona la sociología, la historia, la economía, la cultura y el arte. Me gusta analizar lo que sucede a mi alrededor. Escribo cosas.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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