Política

Política en tiempo de memes

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Los “memes” se han convertido en una fuente de entretenimiento e información que emite y comunica ideas de actualidad social, política y económica. La comunicación digital tiene un mensaje efectivo cuando el público se apropia del contenido para denunciar, burlarse o protestar alguna situación en particular (por ejemplo el hashtag “#cerdocracia” para referirse al actual gobierno presidencial de Iván Duque). Conforme la humanidad se ha ido desarrollando, su necesidad para comunicarse, también. Al cambiar la forma de comunicarse y con la aparición de los primeros celulares, se comenzó a divulgar imágenes con frases cortas que permitieron no solo entretener, sino, adaptarse al contexto noticioso del país. Los “memes”, se advierten como un objeto de análisis, transmisión y manifestación mediática, que, debido a su rápida aceptación y propagación, se hace necesario entender en el discurso de las sociedades modernas.

El término “meme” fue descrito por Richard Dawkins para nombrar a una -“unidad de transmisión cultural o unidad de imitación”, que transfieren información y se reproducen en un medio determinado transformándose durante el proceso y difundiéndose como un virus-. En el contexto de internet, los memes han sido nombrados como imemes por parte de José Vélez y definidos como -“aquello que es retransmitido y modificado por los usuarios, y que constituyen una de las formas más fáciles de retransmitir humorísticamente críticas sociales-. De esta forma, se describe como una significación, imitación o algo que se pueda replicar.

Ahora bien, ¿por qué son importantes los memes en la actualidad? Para nosotros, como personas del común, la transferencia de información se nos da de manera rápida y resumida (vemos el contenido “viral”). La comprendemos entonces como unidades replicadoras de sucesos referentes a la sociedad en específico y se pueden considerar e interpretar según el análisis que le demos. De esta forma, la importancia radica por un lado, en la creación de contenido con fines más allá de lo jocoso y por otro, en el impacto que tienen esos mensajes en la sociedad.

El poder de los memes como forma de descrédito a sus oponentes.

De tal forma, los memes los podemos encontrar por categorías ¿y quién no se ha reído con alguno de ellos?, no obstante, el peligro que muchas veces no vemos, es que la manera discursiva en la que son creados, y que circulan en diferentes redes sociales, son capaces de despertar emociones ya sean de aceptación, ira, rechazo o demérito. Las últimas campañas políticas hechas en Colombia (y en el mundo) presentan un factor en común: el poder de los memes como forma de descrédito a sus oponentes.

De acuerdo con este impacto, los memes son mayormente considerados como una herramienta importante para la elaboración de discursos políticos, ya sea para buscar aceptación o rechazo tal como la campaña contra H. Clinton por parte de D. Trump o la conocida cuenta de Facebook “Lord Petrosky”, con más de 240.000 seguidores, y que bajo ese nombre logró acercar al público en favor del candidato Gustavo Petro apelando a memes y mensajes humorísticos durante las campañas presidenciales de 2018. Dicho perfil creó imágenes similares para los otros candidatos con tal de influir en su popularidad.

La utilización de los memes para confrontar y anular el discurso del otro, hacer campaña de desprestigio, aprovechando la era de la información rápida, ha venido afectando la forma en la que la política se maneja. Es decir, está bien que tomemos de manera graciosa (porque los memes son para eso) ciertos tipos de contenidos y reacciones al entorno social, sin embargo, cuando la utilización de los mismos se busca para generar una reacción a favor o en contra, publicidad engañosa, fake news y demás artimañas que debilitan el juego electoral y político, el impacto que generan, va más allá de un like.

De forma práctica, vemos cada día en las redes sociales cómo se crean más y más páginas con un discurso visual humorístico y satírico. El análisis de este humor es tomado para la creación de contenido, y nosotros nos vemos envueltos en una cultura “memética”. Desde esta perspectiva, el uso del humor memético crea una tensión entre el poder y los ciudadanos y desde allí nos preguntamos: ¿deberíamos preocuparnos por ver memes? Sí y no, si sabemos que los memes son una forma de ver la realidad en la que vivimos y que no es del todo cierta, porque su creación es una representación cómica de la misma, no deberíamos preocuparnos. Lo que sí hay que tener en cuenta es la forma en la que reaccionamos a los memes y la posición que tomemos ante ellos.

Si bien, sabemos que incluso antes de la aceptación de los memes a la vida cotidiana ya existían estrategias que desequilibraban la estabilidad política, ahora, con la aparición de los mismos, podemos decir que la más afectada es la comunicación política. Se trata hoy en día de imágenes que circulan con facilidad y a una velocidad casi que inmediata con alcance global, teniendo como consecuencia la capacidad de influir y propagar ciertas ideologías e interpretaciones sin argumentación ni contenido, expuestos a las noticias falsas, las mentiras, las campañas “sucias” y a la polarización civil.

Finalmente, con los memes vemos que es más fácil producir una imagen que incorpore una opinión o punto de vista, que redactar un texto con posicionamiento político. De esta manera, los memes han adquirido un papel cada vez más importante en las batallas políticas modernas. La mediatización del discurso político en las redes sociales ha dejado en segundo lugar el discurso político tradicional e introducido al debate en torno a las transformaciones de las nuevas prácticas discursivas de los memes dificultando la veracidad de los mismos y ejerciendo un poder estratégico de influencia.



Sobre la autora

Saira Daniela Mora

Escritora

Politóloga opita acogida por la capital. Caprichosa por entender las dinámicas del mundo. Apasionada por los temas de política internacional, social y cultural. Crítica de los temas controversiales, reservada en lo cotidiano.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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