Sociedad

Construyendo un país desde sus museos

Tiempo estimado de lectura: 9 min

Cortesía Museo Nacional

Mientras caminamos por los pasillos del Museo Nacional de Colombia junto a Andrés Camacho y Samuel León, investigador y curador del Museo, tengo una sensación de nostalgia al recordar las veces que en mi infancia vine con mi familia o mis compañeros de colegio a hacer este mismo recorrido. Entre tanto, admiro como los años han pasado, pero el sentimiento de asombro y curiosidad que despierta este lugar sigue siendo el mismo.

Durante nuestro camino hacia la oficina de Samuel, me detengo a pensar en cómo el Museo Nacional de Colombia, ubicado en la ciudad de Bogotá sobre la carrera 7ma con 28, se sigue mantenido como uno de los Museos más importantes del país, que, al igual que los elementos y exposiciones de sus galerías, su arquitectura constituye un atractivo histórico para los turistas y residentes.

Personalmente siempre he sido una ñoña por los museos, desde pequeña mi madre me inculcó esta conexión hacia lo artístico, lo histórico y lo cultural. Esto significa visitar museos y galerías cada vez que podemos, sobre todo cuando viajamos a otras ciudades o países, pues creemos que es la mejor manera de conectarnos con la cultura de otros en un corto periodo de tiempo y de manera asequible. Así que cuando me enteré que tendríamos la oportunidad de entrevistar para la revista a una persona que trabaja en el Museo Nacional no lo pensé dos veces y acepté venir de inmediato.

Conversando con Samuel en su oficina, ubicada en un área restringida para los visitantes, nos comenta a Andrés y a mí, que antes de que el Museo Nacional tuviera una sede definitiva a partir de 1946 estuvo desperdigado por toda la ciudad de Bogotá: “a medida que iba creciendo y que se iba enriqueciendo en sus colecciones, los espacios que habitaba se iban haciendo insuficientes, así que siempre hubo la necesidad de trasladarlo”. Estuvo en lugares como: la Casa Botánica, en donde estaban los cuarteles generales de la expedición botánica de José Celestino Mutis, ahora la plaza de armas frente a la Casa de Nariño, en el Edificio de las Aulas, actualmente el Museo Colonial y en donde compartió durante un tiempo salones con la Biblioteca Nacional.

A medida que iba creciendo y que se iba enriqueciendo en sus colecciones, los espacios que habitaba se iban haciendo insuficientes...

De acuerdo con Samuel, la decisión de trasladar el Museo de sedes también contenía un trasfondo político, pues estas sedes con el tiempo se iban destinando a otras necesidades, como ministerios y oficinas gubernamentales. A mediados de los años 40, con Germán Arciniegas como ministro de educación, se tomó la decisión definitiva de ubicar el Museo Nacional en una sede propia, con la coincidencia de que, para esa época, el Centro Penitenciario de Cundinamarca iba a trasladar a todos sus presos a otra sede más grande y el edificio iba a quedar vacío.

Después de haber elegido el lugar definitivo para la institución, entre 1946 y 1948, con Teresa Cuervo Borda como directora, se decidió reunificar todas las piezas que pertenecían a la institución y darles un sentido temático en donde en el primer piso se encontraba el Museo arqueológico, en el segundo el Museo histórico y el tercero como el Museo de Bellas Artes.

“Este centro temático hasta cierto punto se mantiene” afirma Samuel con emoción mientras busca en su computador imágenes del Museo para mostrarnos “de alguna manera el espíritu sigue permaneciendo, puede que no sea tan notable para los visitantes, pero para los que conocen la historia de la institución si lo es”.

La conversación que entabla el centro temático de un Museo

Desde su inauguración en 1948, el Museo ha experimentado grandes cambios, esto en parte por cómo la historia de Colombia ha venido evolucionando. En sus muros han sido exhibidas una gran cantidad de obras y artefactos que nos abren una ventana al pasado de nuestro país, pero estos nunca han sido dispuestos con la intención de crear un gabinete de curiosidades, más bien han sido expuestos con la intención de narrar algo al público que lo observa.

“El Museo está dispuesto en un primer momento como un espacio de formación educativo, que nos habla de una serie de temas que nos definen como colombianos. Ahí se tiene una primera línea narrativa. En la entrada del Museo hay una serie de palabras que alude a que es un espacio de diálogo, democrático, de reflexión y encuentro; sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos, eso es lo que ahora el Museo está enfocando todas sus exposiciones”, comenta Samuel.

Foto tomada por Cara & Sello Revista

Samuel nos expone mediante un mapa del Museo en su computador que, con diecisiete salas, dispuestas en tres pisos, nos cuenta un sinfín de relatos y sucesos, pero sobre todo nos deja ver el pasado, presente y futuro de nuestro país haciendo que nos formulemos las siguientes preguntas: ¿quiénes somos y de dónde provienen nuestras raíces?, ¿cómo conectamos todo eso con lo que somos ahora?, ¿a dónde vamos como colombianos? Y ¿qué queremos hacer con todas esas tradiciones que nuestros antepasados nos dejaron?

¿Quiénes somos y de dónde provienen nuestras raíces?
¿Cómo conectamos todo eso con lo que somos ahora?
¿A dónde vamos como colombianos?

Y aunque suene un poco como unas de las preguntas que haría el maestro Yoda, si me deja pensando sobre la carga cultural e histórica que como colombianos llevamos en los hombros, pero que hemos estado ignorando por mucho tiempo; y esto puede que sea culpa de lo controversial y violenta de nuestra historia. No obstante, es necesario reconocer lo hermoso y lo bueno que a lo largo de los años se ha construido dentro de nuestras fronteras.

Hablando sobre esto con Samuel, nos explica que precisamente el Museo abre sus puertas para que además de ser un espacio de formación sea un espacio para el diálogo y el desacuerdo en el que exista controversia, se puedan contraponer diferentes opiniones sobre lo que significa ser colombiano. Es por esto por lo que, dentro de cada una de las salas, el equipo del Museo Nacional, en pro de darle un sentido didáctico a los recorridos decidió colocar preguntas que generen un reto a los visitantes.

Foto tomada por Cara & Sello Revista

“Es clave entender que esta narrativa en las paredes del Museo es para que los colombianos redescubran su patrimonio y comiencen a canalizar mediante unas temáticas concretas en las salas, donde los ciudadanos pueden relacionar las exposiciones con lo que han vivido. Es labor del Museo desde la constitución del 91, donde se da una visibilidad a la pluralidad étnica en Colombia, cambiar la narrativa cronológica que tenía el Museo a una narrativa activa de la historia”.

Las comunidades dejando una huella dentro del Museo

Después de la entrevista con Samuel, él muy amablemente nos hizo un recorrido por el Museo para explicarnos más a profundidad el porqué de ciertos elementos y espacios dentro de las salas, y aunque nos hubiera gustado quedarnos por más tiempo, lamentablemente él al igual que nosotros teníamos otros compromisos que atender.

Sin embargo, aquí quiero resaltar una sala que a mi parecer vale la pena ser mencionada: La sala “Hacer Sociedad”, un espacio dispuesto para los diferentes colectivos y comunidades que no habían podido manifestar su agenda, como, por ejemplo: la comunidad LGTBIQ+, los artistas afro, comunidades raizales y palenqueras.

En esta sala no solo tienen presencia, sino que, además ellos mismos son los que donaron las piezas que están exhibidas involucrándose en el proceso de la creación de la exposición. Esto es importante, tanto para los colectivos y los artistas, como para todos los visitantes que formen parte de estas comunidades, ya que pueden ver una representación de su cultura y cotidianidad, que la mayor parte del tiempo es censurado y violentado, expuesta en un ámbito histórico y artístico importante.

En la misma sala, también pudimos observar el resultado de los esfuerzos que el Museo está realizando para impactar a comunidades de forma directa, haciendo talleres de reconstrucción de memorias como el que realizaron junto a la curaduría etnográfica del Museo, el Instituto Distrital de la Protección a la Niñez y la Juventud, el IDIPRON y personas que vivieron en el Bronx, creando una maqueta en donde se muestra cómo era la vida en este sector de la ciudad de Bogotá.

Todo esto que vimos no solo es importante por el significado y la trascendencia que tienen los objetos y las obras de arte, sino porque representan piezas que construyen una memoria histórica, recordándonos que lo que estamos viviendo hoy, lo que nuestras comunidades están construyendo y transformando, será un hito histórico para las futuras generaciones.

La historia no tiene receso

A pesar de los protocolos adquiridos debido a la pandemia causada por la COVID-19, el Museo continúa abriendo sus puertas con aforos limitados, cuando la situación lo permite.

De igual forma, ha dispuesto de su página web para que sus visitantes interactúen con el Museo desde cualquier lugar desde el que se encuentren. Además, siguen adaptándose a las herramientas actuales realizando actividades como “Jueves de Curaduría” por medio de Facebook Live y Zoom.

De igual forma, ha dispuesto de su página web para que sus visitantes interactúen con el Museo desde cualquier lugar desde el que se encuentren.

Y aunque la coyuntura histórica actual dificulte el acceso al Museo, todavía existen personas como Andrés y yo, que lo visitan. Esto resalta la necesidad y la importancia de este espacio, pues demuestra que como humanos seguimos teniendo curiosidad por nuestra historia, por lo que somos, por lo que fuimos. Este reflejo que nos expone el Museo Nacional sobre lo que es Colombia, nos recuerda que somos los vivos quienes estamos constantemente transformando el significado de lo que es ser colombiano, lo que es ser parte de una comunidad como la LGTBIQ+ o la importancia de nuestras etnias indígenas y su preservación.

Sofá precedente del Palacio de Justicia - Foto tomada por Cara & Sello Revista

Todo este trabajo que el Museo está realizando para brindarnos un espacio de diálogo es una invitación para que seamos más activos en la transformación de nuestro país y la construcción de la historia quede plasmada en libros y películas.

Es hora de que nosotros dispongamos de espacios más asequibles para todos como las redes sociales, blogs o revistas digitales como esta, en donde tengamos la capacidad de estar abiertos a entablar conversaciones sobre temas que nos afectan como colombianos. Espacios en los cuales podamos entrar en desacuerdo respetando las opiniones de los demás, dándole un lugar a la diversidad para que las comunidades se puedan expresar libremente y logremos seguir construyendo una Colombia en la que no se nos censure o se nos violente por pensar y actuar diferente.



Sobre la autora

Sara Juyo Morera

Directora de Marketing y Redes Sociales

Comunicadora social y periodista, con un pie en mundo digital y otro en el mundo real. Ver la vida desde otras perspectivas me anima a ser la piedra angular de los que me rodean y el apoyo de los que creen que esto es una causa perdida.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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