Sociedad

El billonario del espacio

Tiempo estimado de lectura: 5 min

Por estos días aparecía en El Tiempo una noticia relacionada al polarizante multimillonario Elon Musk, la cual dictaba la historia de cómo este sudafricano inmigrante en los Estados Unidos está en camino a convertirse en el primer billonario de la historia, según un análisis del Morgan Stanley, la afamada empresa de análisis financiero. La noticia, sin embargo, no es nueva. The Guardian y CNBC ya habían publicado noticias relacionadas en días anteriores, junto con el hecho que dicha información o previsión viene circulando hace tiempo entre los fanáticos del programa espacial, los seguidores del multimillonario y el mundo financiero.

Las altas expectativas sobre el empresario no se debían a otra razón más allá de su famosa empresa de cohetería reutilizable, SpaceX. Esta, junto con la empresa de conducción eléctrica Tesla, forma las joyas de la corona del emporio de este personaje. Y pese a que la famosa empresa de coches ha tenido su mejor momento recientemente, posicionándose con 13.760 millones como una de las marcas de automóviles más valiosas del mundo en medio de la escasez mundial de chips; el análisis presentado por Morgan Stanley no se enfocaba en Tesla, sino en “los costosos juguetes” de SpaceX.

Pero entonces, ¿Cómo es posible que los analistas de Morgan Stanley establezcan las previsiones de la mayor fortuna del mundo a base de simples cohetes? ¿No debería Tesla proyectarse con más potencial en un mundo donde los países empiezan a apostar fuertemente por la conducción eléctrica? ¿De qué nos sirve o por qué resultan tan valiosos semejantes juguetes espaciales con los que los multimillonarios se dan paseos espaciales a costa de los miles de problemas en la Tierra?

La respuesta radica en que no son simplemente juguetes de paseos espaciales, o por lo menos no los de Musk. El Falcon Heavy, con la capacidad de poner 64 toneladas métricas, es en palabras de la misma compañía “ el cohete operativo más potente del planeta ”. Dicha capacidad equivale a dos camiones de carga pesada completos. Ninguno de los competidores de Musk, ni siquiera la empresa del multimillonario Jeff Bezos, está siquiera cerca de llegar a semejante capacidad de carga al espacio exterior.

Ninguno de los competidores de Musk, ni siquiera la empresa del multimillonario Jeff Bezos, está siquiera cerca de llegar a semejante capacidad de carga al espacio exterior.

Sin embargo, el potencial de SpaceX ni siquiera está en dicho cohete. No sé si el lector ha oído del proyecto estrella de Elon Musk: la Starship. Este “monstruo” conformado por dos fases, la primera que lo pondría en órbita y la segunda como la unidad operativa, remplazaría al Falcon Heavy como el cohete más potente del planeta, con una capacidad mayor a las 100 toneladas métricas, equivalente o mayor al de los aviones comerciales. La nave literalmente está pensada para ser un vehículo de transporte desde la Tierra a cualquier parte del Sistema Solar, principalmente los mayores tesoros del siglo: la Luna y Marte.

A diferencia de Tesla, donde Musk compite con el resto de desarrolladores de carros eléctricos, en la industria aeroespacial SpaceX no tiene competencia cercana que se le iguale. La tecnología de reutilización y carga pesada desarrollada por la empresa ha dado paso a una sacudida astronómica en los precios de transporte al espacio exterior, donde hoy por hoy Musk mantiene un monopolio casi perfecto.

Con unos mercados que veían lejano el sueño de acceder a los recursos del espacio de una manera comercialmente viable, la Starship promete abrir a los inversionistas un conjunto de recursos y “tierras” antes inalcanzables. En este sentido, lo que SpaceX promete es el acceso a una nueva “América”. Un nuevo grupo de grandes “continentes”, esta vez materializado en cuerpos celestes, con grandes oportunidades comerciales a largo plazo a través de su ocupación directa y su explotación en recursos.

SpaceX promete el acceso a una nueva “América”

Se trata así de la materialización del sueño espacial, caracterizándose casi como un “destino manifiesto” para los fanáticos del espacio a través del discurso de las Civilizaciones de Kardashov; junto al regreso del discurso de los recursos ilimitados capaces de sostener el sistema económico capitalista, fundamentado en la ferocidad de depredación de los sistemas de producción y consumo a escala planetaria.

La moralidad del acto podrá ser cuestionable o no, cuya discusión de por sí amerita su propio escrito. A los ojos del escritor de estas letras, no solo se trata de un acto más que legítimo, sino necesario. En un mundo donde el crecimiento económico parece incompatible con el bienestar del sistema natural, las prácticas de la economía circular y el cuidado ambiental no parecen suficientes para mantener un sistema de producción sumamente demandante de recursos.

Las prácticas de la economía circular y el cuidado ambiental no parecen suficientes para mantener un sistema de producción sumamente demandante de recursos.

El acceso a nuevos cuerpos celestes, cuyo valor no trasciende más allá de simples rocas muertas flotantes en el espacio, parece ser el verdadero motor de las altas expectativas sobre SpaceX y la gigantesca fortuna del señor Musk. En este sentido, una vez la Starship sea operativa, Elon Musk no solo tendrá en sus manos las llaves del espacio profundo con todos sus recursos, sino la clave para la supervivencia a largo plazo del sistema capitalista mundial.



Sobre el autor

Santiago Ramírez Sáenz

Escritor

Politólogo en formación, con aspiraciones a futuro en antropología, filosofía y economía, entre las que se puedan aparecer en el camino. Gran apasionado de la ciencia y la tecnología, eje central de mi trabajo académico y mi proyecto de vida. Bachatero y salsero, aunque no lo parezca. Gran fanático del sueño interestelar y nerdo de nacimiento.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



Cargando comentarios...
Scroll to Top