Sociedad

El feminismo: un movimiento excluyente

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El Corán y su verdadero significado

Uno de los puntos más criticados sobre el Corán se centra en el machismo, ya que hay aleyas que hablan sobre cómo deben vestir las mujeres, sobre sus deberes y sobre el trato que se debe tener en base al género. El Islam es una religión que muchos occidentales percibimos como atrasada, machista, imponente, terrorista y extremista.

El Corán es el libro sagrado de esta religión, compuesto por azoras (capítulos) y aleyas (versículos), el equivalente a la Biblia de la religión católica; un escrito sagrado que dicta las normas políticas, sociales y económicas en los países que refleja el mapa (Figura 1) con un color verde más oscuro, en los cuales la mayoría de la población practica del Islam.

Figura 1: Porcentaje de musulmanes sobre la población total.

Este libro, visto por los occidentales, tiene varias fallas que condenan a esa comunidad religiosa al fanatismo, machismo e incluso el terrorismo. El Corán se considera como un libro religioso opresor y violento con las mujeres, pero en realidad, es un libro que impone la igualdad de género bajo los ojos de Dios.

Las aleyas más criticadas han sido las que hablan sobre cómo vestir, el castigo físico a las mujeres y la poligamia. El Corán le propone a hombres y mujeres que vistan de tal manera que queden reservados sus cuerpos, con el fin de que al establecer relaciones sociales y no familiares, hombres y mujeres puedan conocerse por su intelecto y habilidades, más no por su apariencia física, incitando al respeto y no a la sexualización de los géneros.

El castigo físico realmente es censurado y no es bien visto en el Islam; sin embargo, existe una aleya que habla sobre los problemas en la relación matrimonial. Al final de este versículo dice “golpeadlas”, lo que ha sido malinterpretado y no incita a la violencia, si no a la separación definitiva de la fallida unión.

La poligamia, de hecho, no es una costumbre propia del Islam y ésta es mal vista. Desde tiempos anteriores al nacimiento de la religión se realizaba esta práctica, la cual tuvo que ser aceptada pero también controlada, y es así como el Islam impone ciertas normas que no son accesibles a cualquier persona para poder realizar esta práctica.

Aunque el Corán impone igualdad de condiciones para ambos géneros en todos los aspectos (educación, propiedad privada, salud, trabajo, trato, etc...), las condiciones de cambios y transformaciones en las dinámicas sociales, culturales, económicas y políticas, han hecho que estas condiciones se desbalanceen y resulten creando prácticas machistas y opresoras como pasa en occidente.

El libro sagrado ha tenido varias interpretaciones y, los Califas o líderes, han transformado esas normas a su conveniencia política y económica, lo que da inicio a una distorsión de la correcta interpretación sobre las escrituras; además, las poblaciones vulnerables, como pasa en el sudeste asiático, son carentes de educación y no tienen un fácil acceso al estudio de su religión, lo que los convierte en crédulos guiados por interpretaciones erróneas y radicales.

Mujeres musulmanas como Alaa Murabit, estratega de seguridad global, defensora de los derechos de las mujeres y comisionada de alto nivel de las Naciones Unidas sobre salud, empleo y crecimiento económico y defensora mundial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, procedente de Libia y criada en Canadá, trabaja con campañas en las que usan las aleyas (discurso propio de los participantes políticos masculinos) del Corán para interponer la verdadera interpretación del rol femenino en su religión y restablecer los derechos fundamentales de las mujeres musulmanas en todos los aspectos a través del estudio correcto de la religión.

Uso del hiyab según el Corán

El Hiyab es el velo que llevan las mujeres musulmanas sobre su cabeza. Esta prenda puede cubrir su cara completamente, descubrir y mostrar sólo sus ojos o revelar todo su rostro. Más que una costumbre religiosa que empodera a la mujer musulmana, es visto como símbolo de opresión, pero la realidad es que juntas interpretaciones son correctas.

El Corán dicta lo siguiente: “Di a los creyentes que bajen la mirada y sean modestos” Corán, 24:30. “Los que hostigan a los creyentes y a las creyentes inmerecidamente, llevan (sobre sí mismos) una calumnia y un grave pecado. ¡Profeta! Manda a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que deben poner sus mantos sobre sus personas (fuera de casa): Eso es más conveniente, para que puedan distinguirse y no ser acosadas.” Corán, 33:58-59.

Las anteriores aleyas se prestan para múltiples interpretaciones: si es exigencia o no, por qué razón las mujeres deben vestir así y quién impone a la mujer a que vista el hiyab. Como se mencionó anteriormente, lo que pretenden esos versículos es que hombres y mujeres se distingan por su espiritualidad y personalidad, más no por sus apariencias.

En países como Estados Unidos o España, con una población musulmana considerable, las mujeres musulmanas deciden llevar el hiyab por voluntad propia...

En países como Estados Unidos o España, con una población musulmana considerable, las mujeres musulmanas deciden llevar el hiyab por voluntad propia y cómo un signo de empoderamiento, lo que no raya con el feminismo, sino que más bien se integra a este movimiento.

Attiya Latif, musulmana estadounidense, explica por qué el hiyab se convierte en un signo de empoderamiento femenino, que lleva con orgullo y está lejos de ser un símbolo opresor para ella, también narra cómo llevar esta prenda la hace un blanco fácil de críticas, matoneo y discriminación.

Aunque para las mujeres que no viven en países musulmanes resulta más fácil conectar con su fé y hacer de ella su decisión, para las mujeres que viven en países como Irak, Afganistán, Irán, Yemen, Turquía, Arabia Saudí, Jordania, Omán, Siria, Qatar, Kuwait, Bahréin, Emiratos Árabes y Líbano sí resulta siendo un símbolo opresor, ya que son obligadas por sus esposos o familias a llevar el velo.

¿El feminismo, un movimiento inclusivo?

El feminismo es un movimiento que no se vive igual en todo el mundo y también ha llegado a sesgar o no acaparar a todas las mujeres. Por ejemplo, el feminismo occidental que puede convertirse en un movimiento homogéneo, que busca la igualdad y el respeto sin tener en cuenta factores como la manera de vestir, pero ese mismo feminismo muchas veces ataca a grupos como las mujeres musulmanas por llevar velo catalogándolo como un símbolo opresor, sin tener en cuenta la opinión de estas mujeres que resultan ser excluidas por tal decisión y terminan sin tener cabida en el movimiento.

Las mujeres musulmanas han llegado a la conclusión de que su feminismo no empata con el occidental, por lo tanto han defendido otro tipo de luchas en sus países de origen para exigir sus derechos e imponer lo que verdaderamente dicta el Corán, sin abandonar su fé, lo que no concuerda con el ideal feminista occidental.

Para las mujeres islámicas no residentes en países musulmanes es más sencillo crear este tipo de debates debido a que se sitúan en territorios más desarrollados que lo permiten, o donde son más visibles y con mayor libertad de expresión hacia las diferentes problemáticas para la comunidad musulmana femenina y a la comunidad en general. En cambio, para las mujeres residentes en países musulmanes, resulta más difícil exigir sus derechos o emprender este tipo de luchas y movimientos feministas, ya que estos estados han creado un sistema en donde los hombres tienen mayor participación política, económica y mayor acceso a la educación, situación que también se percibe en Latinoamérica.

Según la página datosmacro.com, plataforma que recoge los datos económicos y sociodemográficos de varios países basados en las fuentes oficiales gubernamentales, Turquía actualmente tiene una brecha de desigualdad de género del 62.8%, teniendo en cuenta aspectos como la economía y el mundo laboral cualificado, en política, acceso a la educación y esperanza de vida. En comparación con Turquía y teniendo en cuenta las mismas variables, Colombia cuenta con una brecha de desigualdad de género del 72.9%; Arabia Saudí tiene una brecha del 59%, mientras que Costa Rica tiene una brecha del 74.9%.

La comunidad musulmana ha tenido que enfrentarse a varias problemáticas sociales, como la degeneración de su imagen, la discriminación, la guerra, el desplazamiento y otros fenómenos que los han vuelto una comunidad opresora, extremista y peligrosa bajo los ojos del mundo occidental, en donde se piensa que hay mejores condiciones, aunque en realidad estamos igual en la balanza o tal vez más abajo. Aparte de lidiar con esas problemáticas, el género femenino también se ve envuelto en una contradicción con el feminismo occidental, que pretende imponer sus ideales feministas a ese grupo de mujeres, sin tener en cuenta su opinión, significado de libertad o creencias religiosas.



Sobre la autora

Lorena Avellaneda

Escritora

Estudiante de comunicación social y periodismo. Columnista de la revista Cara & Sello; oriento la atención de mis textos hacia problemáticas sociales. Feminista en búsqueda de un consenso social.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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