Sociedad

La cancelación cultural hacia Rusia: ¿realmente sirve de algo?

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Foto: Portada falsa de la revista Time creada por Patrick Mulder

La guerra desatada por Vladimir Putin hacia Ucrania ha generado una gran cantidad de reacciones donde brilla el boicoteo internacional y el rechazo de figuras públicas relacionadas con el ámbito cultural. Las bandas Green Day, Imagine Dragons, The Killers, AJR, Franz Ferdinand y el artista Louis Tomlinson —quien tiene programado un concierto en Bogotá el próximo 3 de junio— son algunos de los artistas que han cancelado sus presentaciones en Rusia argumentando que el momento que atraviesa Europa es mucho más importante que un espectáculo musical en un gran escenario. Por otro lado, artistas rusos como Kirill Savchenkov y Alexandra Sujareva renunciaron a presentar sus obras de arte mientras “los civiles están muriendo bajo el fuego de los misiles”.

Algunas de las cancelaciones más interesantes se han presentado con el talento ruso presente en otros países. La Orquesta Filarmónica de Zagreb (Croacia) retiró del programa que iba a presentar la noche del 25 de febrero dos piezas del compositor ruso Tchaikovsky —fallecido en 1893—, mientras que la Royal Opera House de Londres suspendió las actuaciones del Ballet Bolshoi procedente de Rusia. De la misma manera, la cadena Eurovisión anunció que no aceptarán a competidores de la Federación Rusa en una popular competencia musical emitida por televisión y el maestro Valery Gergiev, director titular de la Filarmónica de Múnich y quien tiene una relación cercana con Putin, fue retirado de su cargo por no manifestarse ni distanciarse sin ambigüedades sobre la agresión hacia Ucrania.

Asimismo, las funciones del Ballet Estatal Ruso de Siberia en Northampton (Inglaterra) fueron canceladas, las compañías Disney, Sony y Warner no presentarán sus estrenos en Rusia y la Universidad de Dublín en Irlanda canceló la función de El Lago de los Cisnes presentada por el Royal Moscow Ballet afirmando que inevitablemente las acciones del gobierno ruso tendrán consecuencias en la esfera política, económica, deportiva y cultural a nivel mundial.

En general, estas manifestaciones han sido vistas como muestras de solidaridad hacia Ucrania, pero han sido consideradas como insuficientes debido a que no son acciones que realmente permitan frenar la guerra entre las dos naciones. Para muchos ‘silenciar culturalmente’ a Rusia en el ámbito internacional es una forma de manifestar que países de todo el mundo rechazan tajantemente el abuso de poder y el ataque a civiles que han tenido que migrar debido a los bombardeos. Para otros, se trata de acciones que llaman la atención del público, pero solo perjudican a artistas que probablemente son ajenos al conflicto y que no son responsables de las decisiones políticas que se tomen en su país de origen.

Cancelar a artistas rusos, incluso a aquellos que ya fallecieron, sin duda es una buena manera de llamar la atención de la opinión pública. Sin embargo, la cancelación tiene efectos negativos porque puede provocar censura e incluso restringir la posibilidad de que los rusos, tanto artistas como civiles, puedan hablar o manifestar su posición frente al conflicto. De alguna manera, es como si no tuvieran la oportunidad de alzar la voz y decir cómo se vive la guerra desde su posición. En casos más específicos los artistas incluso pierden la opción de explicar su postura o arrepentirse por lo sucedido.

Otra de las consecuencias negativas de la cancelación hacia los rusos es que pierden el apoyo de personalidades y entidades que les han permitido obtener recursos para construir grandes espectáculos. Sin recursos y sin apoyo difícilmente los espectáculos se podrán mantener, los artistas y todo el equipo de producción podría ser despedido y así se afectaría a cientos de personas y familias. La cancelación, en muchas ocasiones, puede significar el fin de la carrera de artistas que, especialmente en este caso, no son responsables de las decisiones que está tomando el presidente de la nación en la que nacieron.

Sobre este caso también podemos decir que el fenómeno de la cancelación se está convirtiendo en un enfrentamiento entre civiles. El arte, como manifestación política y de la realidad, sirve como medio de expresión ante la guerra. Tal vez al cancelarlo estamos perdiendo la oportunidad de escuchar otra versión de la historia y de entender el conflicto desde otra perspectiva igualmente válida. No se trata de tomar un bando, se trata de escuchar y crear un criterio propio que permita reconocer que en medio del conflicto lo que realmente se afecta es la vida y la cotidianidad de personas inocentes.

El fenómeno de la cancelación en la esfera pública no es nuevo y muchas veces se ha dicho que es injusto y que no perdura más allá de unos días en las redes sociales. Seguramente este caso no será distinto: la cancelación cultural hacia Rusia también será momentánea y la indignación que se siente a nivel mundial pronto será reemplazada por una nueva noticia que despierte el enojo de las naciones. Al final del día cada uno es libre de decidir qué pensar sobre Rusia, sobre sus ataques y tomar la decisión sobre qué y cómo consumir sus productos culturales. Sin embargo, es inevitable pensar ¿por qué el mundo es capaz de cancelar a los artistas rusos, pero no es capaz de cancelar a la industria de Hollywood que fue creada y ha sido mantenida por judíos que hasta el día de hoy continúan con una guerra y persecución hacia Palestina?



Sobre la autora

Leidy Pimienta Gómez

Podcast, Escritora

Soy antropóloga, periodista, amante de la música y apasionada de los sonidos. Mis textos hablan de cómo la música nos enseña sobre todos los temas posibles. Siempre estoy a la espera de un buen concierto y creo firmemente que la música nos hace sentir libres.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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