Hace unos días se estrenó la mini serie de Netflix “Rompan Todo: La historia del rock en América Latina”, una producción con un alto contenido histórico que aborda los principales acontecimientos que hicieron posible que el rock en Latinoamérica naciera y evolucionara. Más allá de los elogios y críticas que recibió esta producción, hay un mensaje que queda latente: la música nos dice la verdad.

La historia narrada por importantes personajes del rock en el continente como Gustavo Santaolalla muestra que, ante todo, este género ha sido una propuesta contracultural que se ha preocupado por decir lo que muchas veces se quiere callar. El rock ha sido un mecanismo para hablar de la vida actual, para llamar la atención sobre problemas presentes en diferentes países y para mostrar que una gran parte de la población quiere y apoya un cambio frente al sistema establecido.

En el caso de América Latina, catorce de sus veinte países experimentaron dictaduras en el siglo XX. Este sistema político, además de cometer múltiples crímenes y delitos, se encargó de reprimir la música de distintas maneras y exiliar a los músicos más populares del momento mientras estigmatizaba y satanizaba a los jóvenes rockeros. Lo que muestra esto es que hubo un afán político por silenciar la diferencia y esto casi siempre sucede porque aquellos considerados como diferentes son quienes dicen la verdad.

De manera reiterativa los regímenes políticos se han encargado de silenciar a los líderes sociales, a aquellos que piensan diferente y a quienes, a través de la música, expresan su inconformidad y llaman la atención sobre lo que se hace mal. Muchos han perdido la vida a causa de esto, pero la música tiene dos particularidades: sigue sonando por encima de la muerte y logra escapar con facilidad a la censura porque viaja rápidamente a otras latitudes.

La música, sin importar la época, cumple una función social y política fundamental en tanto que moviliza causas, crea ideologías y permite presentar ideas. Hay cosas que únicamente se pueden decir a través de la música porque es una manifestación constante de la vida actual y un instrumento que permite salvarnos de la alineación política. Cuando la música, y el arte en general, es considerado como impropio es porque presenta una visión del mundo que deberíamos entrar a considerar y que tal vez nos permitirá evolucionar hacia un nuevo sistema de pensamiento.

La historia de Latinoamérica nos muestra que la música y los jóvenes se pueden convertir en enemigos del Estado cuando son subversivos y esa misma historia nos ha enseñado que, a pesar de ser satanizados en los medios de comunicación, la música y los jóvenes han tenido razón desde el principio.