Sociedad

La verdadera cara del sello

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¿Cuántas veces ha escuchado decir que Colombia es el país más feliz del mundo? Un enunciado generalmente acompañado por un tono irónico; o ¿Cuántas veces ha escuchado a un colombiano quejarse de sus políticos? En la república ideal de Platón, se expone que los mejores representantes del pueblo deberían reflejar a sus ciudadanos con sus cualidades y defectos, por lo tanto, la tesis de una Cámara de Representantes o un Congreso compuesto solo de ilustres y honestos políticos se ve invalidada de inmediato. Eso es algo que la gente no parece comprender, pero... ¿es acaso tan fácil entender aquello que está fuera del pensamiento personal?

Siendo esta la primera columna de mi autoría, traigo la reflexión a la que nos invita el mismo título de este proyecto, una sobre las disyuntivas que creamos para facilitar el entendimiento del mundo, para poder exponer pensamientos frente a los temas sobre los que se quiere discutir. Ejemplos podrían ser: la lucha de sexos, la lucha de clases, sistemas económicos, estilos de vida (veganos vs omnívoros); y, en un caso local político muy evidente: uribistas o petristas contra cualquier figura de mínima oposición.

Intentar comprender el mundo de esta manera es un claro error, debido a que la realidad no se construye entre dos conceptos contrarios que luchan por ser la única gran verdad. Irónicamente en la globalización actual, donde supuestamente estamos más conectados que nunca, el mundo se ha vuelto más radical, incluso en una sociedad que se esfuerza en ser lo más políticamente correcta posible.

De hecho, podemos marcar una línea entre aquella parte blanca, condescendiente, gentil, amable y siempre complaciente de la sociedad (el lado políticamente correcto), y el otro lado más oscuro, crítico, reacio, escéptico y burlesco de la misma. Naturalmente los adjetivos pueden ser otros o incluso cambiar de lado, pero siempre tendrán una contraparte con una cara de la que estamos seguros de que no sería la nuestra, ¿O sí?

El mundo se ha vuelto más radical, incluso en una sociedad que se esfuerza en ser lo más políticamente correcta posible.

En un debate sano y constructivo, que permita una discusión protegida de réplicas violentas y personales, hay un claro lugar para la tolerancia y la comprensión, lugar en el que se construyen nuevos dogmas más inclusivos y contemporáneos, mucho mejores que los anteriores. Desafortunadamente, no siempre se llega a esta posición y, de hecho, se suele atacar por parte de los radicalistas como una posición “tibia” y complaciente... o también (agregando un tono relativamente actual), solo se llega a un “te tolero”; una posición tal vez más perjudicial que las dos mencionadas anteriormente. En fin, tomar posición es lo importante y eso no quiere decir que deba elegir un extremo radical para definir su posición... Vivir en la diplomacia no significa no tener principios estables, quizá ahí está el problema (?).

En esta perspectiva de ver el mundo de dos caras, dependiendo del tema a debatir, el criterio personal puede estar más en consonancia a una idea que con la opuesta, ser más firme o laxa frente a la antítesis, dando la posibilidad de pasar de lo blanco, condescendiente, gentil, amable y siempre complaciente; a lo oscuro, crítico, reacio, escéptico y burlesco, más en un mundo saturado de figuras tipo “bien queda” (los complacientes que nunca emiten una posición en contra de algo moralmente aceptado).

Es importante la aclaración de lo “moralmente aceptado” ya que, sin lugar a duda, existen conductas mal vistas por la sociedad; como los abusos y crímenes, por lo tanto, no se puede permitir que la discusión sobre el entendimiento diplomático dé cabida a permitir el daño a otras personas. Entonces, la libertad puede definirse como la posibilidad de actuar sin interferir en el otro. Esto quiere decir que ¿realmente se puede ser libre en nuestra sociedad?

Vivir en la diplomacia no significa no tener principios estables...

Siendo así: en sociedad se vuelve complejo ser la cara del sello de la moneda, porque se tiende a contrariar y debatir la tesis que el otro defiende, y cuando la contraparte es la gran mayoría, pocos quieren llevar la carga de ser uno frente a la multitud. En una discusión todo depende de la fortaleza de sus argumentos o la terquedad en su posición, esta última no se usará para discutir aquí. Por eso hablo de la cara del sello, debido a que es más fácil ir con la masa que nadar contra corriente.

Con esto en mente, a manera de conclusión, lo invito querido lector a prepararse a leer las columnas, que puedan o no, hacer consonancia con su pensamiento, a entender que hay alguien que es, o tiene que ser la verdadera cara del sello de su opinión, y extiendo mi invitación a que usted le dé su cara a ese lado opuesto sobre algo que piensa. Entender un tema de manera global destruye la visión disyuntiva sobre el mundo, y permite ver los tonos grises en las ideas; pero una vez más, prepárese, nunca es fácil ser la verdadera cara del sello de la moneda.



Sobre el autor

Juan David Díaz Molina

Podcast, Escritor

Músico compositor amante de todas las artes, fanático de los aviones, la buena comida y de los buenos momentos desde 1996, en Bogotá o cualquier lugar del mundo. Sin miedo a no ser políticamente correcto, hablándoles a ustedes desde la otra cara del sello de la moneda.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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