Sociedad

Las fotografías de la guerra, una exposición por la paz de la Comisión de la Verdad

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“Quién no conoce su historia, está condenado a repetirla”, famosa frase que representa la tangibilidad del tiempo con la inescrutable complejidad de la historia, que se construye en la misma medida que se tergiversa mediante el transcurso de los años, que se convierten prontamente en décadas, que luego se vuelven siglos, y en esa insondable perpetuidad la humanidad ha edificado lo que hoy comprendemos como historia, ya sea bien o mal contada.

Sin embargo, ¿cómo es posible construir historia en un país fragmentado por la violencia? ¿Cómo tejer, ordenar, verificar o contar el relato de una sociedad resquebrajada por innumerables conflictos que han sepultado la voz de centenares de miles de personas? ¿Cómo mirar hacia un futuro con un pasado que todavía sangra sus heridas y llora sus muertos? ¿Cómo hallar la paz con un histórico legado de violencia? Colombia ha crecido como una nación empañada por el conflicto armado que ha perdurado por más de medio siglo. Luchas que surgieron debido a la profunda desigualdad social que ha existido en nuestro país desde las épocas de las colonias y que se han recrudecido con el tiempo. Teniendo objetivos muy distantes de los que en un principio originaron la insurgencia de diversos grupos armados, ahora las disputas son por territorio, por mercancías, recursos naturales, cultivos ilícitos que sustenten la causa armamentista, numerosas misiones alejadas de los principios sociales que encaminaron el conflicto décadas atrás.

La vacilante impavidez de nuestra sociedad ha sido sosegada por una negligencia política por parte del gobierno, que se traduce en un abandono estatal subrepticio que ampara la violencia armada en las comunidades más vulnerables del país, lugares donde en múltiples ocasiones sus habitantes no tuvieron ni voz ni voto para ninguna decisión sobre sus tierras, dónde las balas silenciaron el diálogo y dónde sus historias se perdieron entre los muertos y los desaparecidos. Por eso mismo es que en la conciencia colectiva, especialmente de las poblaciones citadinas que no vivieron directamente el conflicto armado, existe una idea deformada acerca del verdadero impacto que ha tenido la violencia en el país, dónde las aterradoras cifras dejan consternado a cualquiera contando con más de un millón de personas asesinadas por causa directa o indirecta del conflicto, junto con alrededor de cincuenta mil secuestrados y alrededor de siete millones y medio de desplazados a lo largo del país. Cifras que dejan entrever la colosal huella que ha dejado la guerra en el país.

No obstante que ha hecho la sociedad por recomponer el fragmentado tejido social, una parte fundamental para esta tarea es la búsqueda de la verdad en la historia del país, una verdad fuera de sesgos políticos u oligarquías gubernamentales, independiente de sistemáticas discriminaciones sociales y desligada de una posverdad que ha enturbiado la veracidad histórica de nuestra nación. Por ello, uno de los mecanismos que mejor pueden reconstruir la memoria del conflicto es el arte, y de ello se ha servido hoy en día la Comisión de la Verdad para dignificar los testimonios de centenares de víctimas y generar conciencia civil en el marco de un extenso proceso transicional en búsqueda de la paz.

La Comisión de la Verdad junto con el aclamado fotógrafo Santiago Escobar Jaramillo organizaron una exposición nombrada “Conflicto y paz”, en esta presentación se reúnen una exclusiva colección de fotografías de catorce camarógrafos tanto nacionales como internacionales. Fotografías que relatan el testimonio de innumerables víctimas del conflicto a través de una mirada artística y singular que refleja el dolor y el desasosiego que acompañan la guerra. Esta exposición se mostrará simultáneamente en 28 ciudades del país. Las fotografías, más que un discurso, son un diálogo introspectivo que interpela a la ciudadanía para que se replantee su papel en la construcción de la paz y también un llamado para qué la historia que cuentan las imágenes no vuelva a suceder. Es una apuesta por la vida, por la resistencia y por la esperanza, primordialmente para construir la paz, anhelada históricamente en Colombia.

El arte utilizado en función de la construcción o mejor dicho de la reconstrucción social, ejemplificando en las imágenes presentadas la dicotomía de la crudeza de la guerra contra la resistencia de la vida y por la vida, es el eterno discurso del conflicto contra la paz. Un llamado cuasi poético por transformar, con exhibiciones como estas, la conciencia colectiva con la ilusión de edificar un mejor futuro, dónde el arte ya no tenga que hablar de la guerra, y donde la guerra sea meramente una representación artística y sirva como ejercicio de memoria histórica de un pasado que no queremos que se vuelva a repetir nunca más.



Sobre el autor

Juan Alejandro Tobos

Escritor

Soy escritor, poeta, comunicador social y periodista en proceso. Y un fiero amante de las letras. He sido ganador de importantes certámenes literarios y poseo un libro publicado a mis 18 años, llamado “Sonámbulas Epifanías”, el primero de muchos que vendrán.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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