Sociedad

Perspectivas cortoplacistas sobre los efectos de la vacunación

Tiempo estimado de lectura: 6 min
2021-07-15 por Santiago Díaz

Fuente foto: aa.om.tr

Ha pasado un año largo y aunque ya se logra vislumbrar una tenue luz al final del túnel, parece que el camino será tortuoso y lento hasta el final. Ahora vemos por la ventana como los vecinos del ostentoso barrio de al lado mejoran sus condiciones de vida significativamente, pero en casa propia, todo va con siglos de retraso. Mientras en Estados Unidos se pueden encontrar puestos de vacunación en cualquier Walmart, aquí en Colombia, la agilidad ha brillado por su ausencia en un Plan Nacional de Vacunación que ha tardado en comenzar y que en más de una ocasión le ha quedado mal a sus ciudadanos con las fechas estipuladas. A esto sumémosle la inestabilidad social que vive el país tras tantas marchas y diálogos fallidos, para terminar de ver cuán desolador resulta el panorama. Sin embargo, si nos atenemos exclusivamente a los estragos ocasionados por el COVID-19, ¿qué tan esperanzador se torna este panorama fijándonos en los países con un alto porcentaje de población vacunada?

Salta a la vista que Colombia ha sido uno de los países más afectados por la pandemia, donde la salud física, mental y la capacidad económica de sus habitantes se han visto gravemente mermadas. Esto no se extiende solo a Colombia, desde luego, cada país en mayor o menor medida ha tenido que lidiar con la disyuntiva de priorizar salud o economía, dilemas entre apoyar el aislamiento o apoyar los negocios que fomentan el contacto físico entre personas. Volviendo a Colombia, el ritmo de vacunación no ha tenido el impacto esperado para mitigar los daños producidos por un tercer pico que lleva ya varios meses de duración y sigue.

No queda más que hacer de tripas corazón y dejar el tiempo pasar, mantener los cuidados, pero apoyarse en la idea de que cada día más personas reciben su vacuna. No obstante, cabe preguntarse qué tan idílico puede ser un escenario en el que se alcance la famosa inmunidad de rebaño. ¿Vuelta a 2019? ¿Hay motivos para ser optimistas?

Lo primero que toca dejar claro es que el autocuidado y las precauciones deben seguir siendo parte de nuestra rutina. El ritmo de vacunación se complementa con las medidas de prevención para lograr disminuir la curva de contagio, si uno de estos dos pilares falla, se corre el riesgo de nuevos picos pandémicos. Tal es el caso de Chile, cuya situación fue bastante sonada en medios debido a presentar récords de contagios pese a gozar de uno de los índices de vacunación más altos de la región. Cerca de un 45% de la población había recibido al menos la primera dosis de la vacuna cuando simultáneamente el país presentaba su peor momento de la pandemia. Un exceso de relajación en las medidas impulsado por la llegada del verano, junto con la aparición de nuevas variantes del virus fueron las causas principales de este aumento de casos.

Dicho lo anterior, existen países que viven situaciones más ideales en este contexto pandémico. Israel es uno de los casos más exitosos en cuanto a la atenuación del virus dentro de su territorio, pues se juntaron dos factores que fueron de gran ayuda, 1) una población pequeña que supera por poco los 9 millones de habitantes y 2) el comienzo del proceso de vacunación coincidió con un momento en que las medidas restrictivas eran más severas. Con casi un 60% de su población vacunada con las dos dosis de Pfizer, este país ha ido disminuyendo el conjunto de restricciones progresivamente durante los últimos meses siendo lo último, anunciar la eliminación de la obligatoriedad del uso de tapabocas en espacios cerrados a partir del 15 de junio, algo que en Latinoamérica resultaría fantasioso solo de pensarlo.

Por supuesto, Estados Unidos no se ha quedado atrás en la carrera por la vacunación. La disponibilidad de vacunas en el país es tal que se han popularizado los paquetes turísticos que usan la vacuna como elemento distintivo de promoción. Este sobre abastecimiento de vacunas permite que en los puestos de vacunación no se solicite mucha información acerca del lugar de residencia de la persona y adicionalmente, se destinarán varios lotes para ser donados a países con menor capacidad adquisitiva, Colombia no se encuentra entre los prioritarios.

Los avances en porcentaje poblacional vacunado es efectivo siempre y cuando se combine con la retención de medidas y restricciones que disminuyan el campo de acción del virus. Un relajamiento excesivo de las mismas restará el impacto que puedan tener los esquemas de vacunación nacionales ya que hasta que no se consiga la inmunidad de grupo, el virus seguirá teniendo una alta capacidad de propagación.

Es plausible pensar que el ritmo de vacunación disminuirá tras sus primeros compases. En la mayoría de países se les ha dado prioridad a las personas más vulnerables, esto es, personas de la tercera edad y/o con comorbilidades. Desde luego estas personas agradecieron el día en que fueron citadas para recibir su dosis, pero cuando el programa de vacunación intenta abarcar otros grupos sociales, aparecen nuevos retos. La dificultad de llegar a comunidades pertenecientes a territorios más remotos, el escepticismo presente en cierto sector de la población o la mentalidad de varios jóvenes que sienten no necesitar que se les aplique la vacuna. Estos y otros factores alejan la meta principal de una promesa quién sabe si utópica de que las cosas vuelvan a ser como antes.

Resulta interesante utilizar los planes de vacunación de los países como vara para medir las desigualdades en este mundo. Ver los partidos de la Eurocopa en estadios a rebosar de gente en ciudades como Copenhague o Budapest y luego contrastar por las tardes con los partidos de la Copa América, desolados, sin público y en una sede improvisada después de que los anteriores anfitriones desistieron de su organización pocos días antes de su inicio por motivos de la pandemia, entre otros. Con todo, existen países como Japón, Australia o Nueva Zelanda cuyo porcentaje de población vacunada dista mucho de la que cabría esperar, teniendo en cuenta su riqueza y demás indicadores económicos, pero esto es debido a que en un principio tuvieron más éxito suprimiendo el virus que ahora mitigándolo, sus condiciones geográficas permitieron un control más exhaustivo de la expansión del COVID-19 en sus fases iniciales.

A modo de conclusión, nos queda aceptar la realidad del país en el que vivimos, abrazar los cambios positivos que ha ocasionado la pandemia en nuestros hábitos, (como la introducción de la virtualidad como un complemento a tener en cuenta en nuestras actividades principales) y seguir apoyando la reapertura económica, minimizando los riesgos sanitarios mientras sigue pasando el tiempo a la vez que se descubre más información acerca del impacto de las vacunas a través del tiempo así como del virus mismo.



Sobre el autor

Santiago Díaz

Director del Área Editorial

Bogotano, 1994. Profesional en Negocios Internacionales. He vivido en Barcelona y San Petersburgo. Me apasiona la sociología, la historia, la economía, la cultura y el arte. Me gusta analizar lo que sucede a mi alrededor. Escribo cosas.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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