⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐✩✩ - 8.0/10
Nomadland cuenta una historia íntimamente espiritual que conecta en lo más profundo gracias a la sensible dirección de su autora y una protagonista sólida.

Nomadland es un drama independiente escrito, dirigido y producido por Chloé Zhao (CZ), protagonizado por Frances Mcdormand (FM) con David Strathairn, y nómadas reales en roles secundarios. Basada libremente en el libro homónimo de Jessica Bruder, cuenta la historia de Fern, una mujer que después de perder a su marido y su casa decide tomar una vida de nómada. La consolidación de CZ como una potente autora en el medio, este dramático análisis de alguien emprendiendo una nueva vida es un viaje físico bellamente filmado y actuado, al igual que uno espiritual que conecta gracias a la sensibilidad de su dirección y lo emocional de su música.

Una historia interesante sobre un estilo de vida fuera de lo común, Nomadland es una exploración sobre una luz poco convencional ante la oscuridad que es la tragedia. Nuestra determinada protagonista busca respuestas al no estar estática y poder vivir un poco de todo; un personaje completo, que ha sufrido y solo quiere entender y entenderse (todos hemos pasado por algo parecido). Esta situación la viven el resto de los personajes secundarios, con excelentes trasfondos y motivaciones para estar siempre “en el camino”. FM hace un magnífico trabajo y los demás también, dando actuaciones muy convincentes y conmovedoras (considerando que algunos son actores profesionales y otros no). La conexión con estas personas se logra a través de un elemento que vemos a lo largo de toda la película: primeros planos. CZ retrata cada rostro para poder transmitirnos sus emociones y conectar al nivel más personal posible. Teniendo la cámara tan cerca, es impresionante el nivel actoral que tiene la película. FM depende mucho de su lenguaje facial y eso demuestra la maestría de sus dotes actorales.

El encuentro con la pacífica naturaleza se capta con una bella cinematografía que muestra la bondad tenue de los atardeceres y amaneceres. Normalmente se poseen muchos obstáculos visuales cuando se encuentran en estos momentos del día, pero no en el desierto. En este lugar nos encontramos con otro regalo que nos brinda la naturaleza y es clave en la película: el silencio. Muchos momentos importantes no cuentan con diálogo y nos abren paso para pensar y analizar al mismo tiempo que Fern reflexiona y evoluciona. Estos ratos de contemplación son acompañados de la música de Ludovico Einaudi. Una melodía de piano y violín que nos evoca ese sentimiento de nostalgia y melancolía que van muy acorde a los temas de la película.

Nomadland tiene muchas fortalezas, pero no logró encontrar algo que resalte o exalte en exceso, además que su narrativa de leve lentitud y moderada contemplación tendrán su efecto nocivo en algunos, o bastantes. De igual forma, (y esto es pecado) hay un momento en el cual se expresa verbalmente lo que Fern busca, lo cual para ese punto está bastante claro y no hay necesidad de que se diga.

Existe un periodo de transición, donde pasamos de tomas muy dinámicas a tomas más fijas, terminando de demostrar el potencial de su directora al momento de transmitir sentimientos de manera visual. CZ tiene total maestría y control de su obra, convirtiéndola en una nueva fuerza en el mundo del cine; una que, si sigue empujando con ese mismo potencial, nos traerá películas de igual o mayor calidad que exploren caminos igual de interesantes como el de los nómadas del siglo 21.

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