Política

El síndrome de estocolmo electoral

Tiempo estimado de lectura: 9 min
2020-11-10 por Andrea Forero

Los éxodos y migraciones masivas han sido un fenómeno cada vez más extendido en occidente desde los albores del siglo XX. Naturalmente, las consecuencias de tal fenómeno van desde la reconfiguración de la organización demográfica en la nación receptora, hasta la creación de nuevas dinámicas sociales y culturales, dentro de las cuales la incidencia de los migrantes en el sistema político del país que los acoge es una de las más notables. El caso de los Estados Unidos y la amplia migración de la población latina e hispana es particularmente ilustrativo al respecto, y la importancia del voto latino en las elecciones del presente año han dado cuenta de la heterogeneidad de la tendencia política de esta población, así como de la incidencia que tiene su nacionalidad originaria en la definición del comportamiento político.

La acepción común en torno a la tendencia política de los latinos en los Estados Unidos ha estado relacionada con su inclinación hacia el voto demócrata y progresista. Esta inclinación en torno al voto lugar no se encuentra desprovista de fundamento estadístico, en efecto, centros de investigación electoral especializados en el voto hispano como el Pew Hispanic Center, registran una cantidad importante de los votos latinos para el partido Demócrata desde las elecciones de 1980 en donde ganó el candidato Republicano Ronald Reagan. La diferencia de los votos, no obstante, no es tan radical y definitiva como podría pensarse -salvo los votos latinos destinados a Clinton en el 96 y Obama en 2012 que sobrepasaron el 70%- y hablar de una tendencia generalizada del voto latino no es más que un espejismo al pensar a la población hispana como una masa social homogénea y uniforme políticamente.

Las elecciones del presente año demuestran justamente lo contrario y el apoyo masivo de latinos a Trump y su agresiva política migratoria, levantan preguntas sobre la naturaleza e inclinación política de los latinos y sus posibles fragmentaciones o definiciones políticas particulares con arreglo a su nacionalidad, los discursos electorales manifestados por cada candidato y su condición socioeconómica personal. ¿Cómo se podría explicar entonces que se aumentara el apoyo latino hacia Trump y que -con respecto a los datos publicados hasta el 7 de noviembre- el apoyo latino a Biden disminuyera con relación a los votos emitidos para Hilary Clinton en 2016?

Hablar de una tendencia generalizada del voto latino no es más que un espejismo al pensar a la población hispana como una masa social homogénea y uniforme políticamente...

Hablar del “voto latino” en Estados Unidos requiere de precaución para evitar generalizaciones imprecisas. Para comenzar, uno de los estigmas o, al menos, caracterizaciones erradas hacia esta población, tiene que ver con que todos los latinos se preocupan por las políticas migratorias y por ende, su voto estaría definido alrededor de ello. Paradójicamente, las políticas migratorias no estarían dentro de las preocupaciones fundamentales de los inmigrantes y algunas encuestas desarrolladas por el Pew Hispanic Center pusieron a la economía como el pilar que definiría al latino por una política republicana o demócrata. En efecto, las poblaciones migrantes abandonan su país de origen debido a la carencia económica que sufren en él y por ende, buscan el mejoramiento de su calidad de vida en el país receptor, consolidando la noción de alcanzar la estabilidad económica. Ello repercute en su comportamiento electoral en la medida en que el partido que explote tal preocupación económica terminará adhesionando más electores migrantes.

Paradójicamente, las políticas migratorias no estarían dentro de las preocupaciones fundamentales de los inmigrantes...

Esta concepción sobre el logro de la estabilidad económica, sin embargo, no se encuentra desprovista de un componente ideológico. Tal como demuestra Giovanni Castro existe una correlación entre la inclinación partidista y el lugar de procedencia del migrante. Así por ejemplo, aquellos que salían de un gobierno de derecha, al llegar a los Estados Unidos votarían por un candidato demócrata, mientras que, uno que emigra de un gobierno de izquierda desarrollaría una tendencia hacia el voto republicano. De manera que, la inclinación del voto emerge del rechazo a la política económica y social del gobierno de origen, y como respuesta a ello, el comportamiento electoral se inclina a la ideología opuesta.

No resulta sorprendente que el discurso de campaña de Trump en estados como Florida se enfocara en resaltar este componente económico y, más importante aún, en revivir la lucha desgastada del capitalismo contra el socialismo. La herencia de las revoluciones latinoamericanas del siglo XX ha creado un electorado de mayoría cubana y, recientemente venezolana, en el estado. Estas poblaciones han escapado al exilio como rechazo a la transformación económica del socialismo personificado en la figura de Castro en Cuba y Chávez en Venezuela. Frente a ello, una porción de la sociedad que se identifica con los principios liberales del capitalismo y el fetichismo por el mercado encuentra en Trump la fantasía del enfrentamiento permanente contra el fantasma de la lucha de clases.

La inclinación del voto emerge del rechazo a la política económica y social del gobierno de origen, y como respuesta a ello, el comportamiento electoral se inclina a la ideología opuesta...

Este electorado no sólo se identifica aisladamente. Por el contrario, se ha movilizado por medio de la organización Latinos por Trump que desplegó diferentes campañas publicitarias para la renovación del miedo al socialismo. Entre ellas, vale la pena resaltar un video, que por lo demás, ejemplifica el error sistemático, pero ampliamente reproducido, de mezclar al progresismo con socialismo soviético o incluso, comunismo. En este video se compara a Biden con políticos de la izquierda latinoamericana como Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Fidel Castro solamente por el uso en sus discursos de la palabra “progresismo”. Dentro del despliegue de imágenes y fragmentos de discursos intensos y apasionados de tales dirigentes, se muestra en letra de color amarillo bajo un fondo rojo -como evocando la bandera de la Unión Soviética- la frase: “Cuando dicen progresistas quieren decir, una revolución socialista en Estados Unidos”.

En contraposición al discurso republicano, Biden ha puesto en su eje la política migratoria en estados como Arizona y Texas, cuyas poblaciones latinas provienen de la migración centroamericana de países como México, Honduras y El Salvador. El partido demócrata, por ende, enfatiza en la necesidad de revitalizar la economía por medio del reconocimiento de la población y la empresa latina como una de las más afectadas por la pandemia. Así, la denuncia del trato dado por Trump a los migrantes es lo que le ha dado a Biden alrededor del 70% de los votos latinos en estos estados sureños (como preliminarmente fue declarado por la organización más importante sobre opinión política latina, Latino Decisions).

En las entrevistas y declaraciones realizadas por Biden, vemos que su atención no se centra en desmentir las acusaciones de Trump en torno a su inclinación por el socialismo, que, aunque fue un tema siempre abordado y objetado, no fue el cuerpo de su argumentación. Por el contrario, Biden apuntó a un electorado de nacionalidad centroamericana, al que puede hacer más resonancia problemas como la estigmatización de la nacionalidad latina y su estigmatización criminal; las deportaciones masivas a sus países de residencia; la separación de las familias en los centros migratorios; la caza sistemática y arbitraria de migrantes en el país con base a los perfiles raciales; e incluso la legalización de los Dreamers (niños que llegaron a Estados Unidos de manera ilegal con sus padres y que han vivido toda la vida en USA). Y, si bien es cierto que ello le dio un revés a las elecciones con la vuelta de estados como Arizona, California, Pennsylvania y Colorado, es importante notar el aumento en casi diez puntos porcentuales del voto republicano por Trump, y de hecho, una disminución del voto al partido demócrata.

Los latinos han desarrollado cada vez más -como consecuencia del trauma de la colonización- el trastorno psicológico de compasión hacia su captor...

Pese a la violación sistemática de derechos humanos hacia la población migrante, el voto latino se radicaliza cada vez más en ciudadanos de nacionalidad venezolana, cubana y colombiana, y se identifica con una propuesta violentamente arrasadora, aislacionista y cercana a los valores conservadores de la población blanca estadounidense. Por supuesto, no toda la población puede homogeneizarse bajo tal radicalización, sobre todo entre los votantes mexicanos, la tendencia se ha inclinado hacia un progresismo liberal y al apoyo del partido demócrata. Sin embargo, los latinos han desarrollado cada vez más -como consecuencia del trauma de la colonización- el trastorno psicológico de compasión hacia su captor, y hallan en él, los valores compartidos de la humanidad. La destrucción de su propia historia los deja desorientados, sin referente alguno, y gracias a ello, se reorientan al único referente que les queda sobre la manera ideal de “ser” y habitar el mundo: su agresor.



Sobre la autora

Andrea Forero

Escritora

Politóloga en formación. He encontrado mi motivación en el pensamiento latinoamericano, feminista y decolonial. Siento como responsabilidad pensar desde y para mi continente. La escritura, por lo tanto, se ha convertido en una lucha constante encaminada hacia la liberación del pensamiento oprimido.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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