Política

La voz de los nadie

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El 19 de junio de 2022, Colombia eligió a Gustavo Petro como presidente y a Francia Márquez como vicepresidenta para el periodo 2022-2026, una decisión histórica, pues por primera vez en nuestra historia un líder de izquierda logra llegar a esa alta instancia junto a una mujer afro. Aunque varios temen y les duele el resultado, porque nunca vamos a tener a todos contentos, yo veo varias cosas para destacar.

Primero, una votación masiva del 58% de las personas habilitadas para votar, lo cual, en un país que ha tenido tendencias hacia el abstencionismo, es algo para reconocer, pues 22.6 millones de votos no son cualquier cosa.

Segundo, la famosa polarización que cada analista político menciona con tanta regularidad y que se ve como un obstáculo para el desarrollo, pero que, desde mi punto de vista, es algo con lo que siempre vamos a vivir en el entorno político, porque de eso se trata la política, de ideas que se contraponen, el tema que realmente importa es cómo se contraponen esas ideas.

Vivir en un país democrático es entender que se vale pensar de manera distinta, pensar diferente hace parte del Estado social de derecho colombiano. En este caso ganó una postura distinta a la política tradicional, con un electorado que le ha apostado a creer en el otro, en esos colombianos que siempre la han pasado muy mal y que, aún hoy, tienen que atravesar ríos y departamentos para poder ejercer su derecho al voto o que temen por su vida porque son líderes de una postura distinta a la tradicional y no hay quien los proteja.

Desde el estallido social en 2019 he visto un movimiento que tiene un mensaje claro y contundente, nos invita a salir de la burbuja del privilegio, somos un país increíblemente desigual y mientras muchos de nosotros hemos contado con la suerte de tener nuestras necesidades básicas satisfechas hay millones de personas en las periferias en donde comes de la basura o mueres de hambre, en donde la educación no está en los planes de los niños más allá del bachillerato (con mucha suerte), en donde el diario vivir solo involucra sobrevivir.

Todo lo anterior se resumió en la promesa de “vivir sabroso” que más allá de ser un eslogan muy ingenioso y pegajoso, es una promesa que en Colombia parece difícil de cumplir. Muchos lo ven como el favoritismo hacia los que quieren “todo regalado”, pero realmente es un destello de luz para los nadie, aquellos que trabajan sin descanso y aun así no ven los resultados.

A pesar de que vivir sabroso busca garantizar cosas tan básicas como la educación, la seguridad alimentaria, la protección del medio ambiente y la vida digna (que son Derechos Humanos, no comunismo) es un reto enorme porque hay que demostrar que los votantes de Petro y Francia no quieren lo peor para el país, todo lo contrario, les dolió tanto la muerte de líderes sociales, la corrupción, los falsos positivos, la pobreza, el desempleo y la falta de paz que le apostaron a algo totalmente distinto, ya que la política tradicional no ha dado abasto para solucionar estos problemas.

Si miramos los mapas electorales, fueron las periferias del país las que esta vez decidieron a presidente y vicepresidenta, porque han sido esas comunidades las que tradicionalmente han sido saqueadas, han sufrido la desigualdad, la falta de presencia estatal y las que le siguen apostando a la paz, pues viven la guerra en carne propia todos los días y en su momento, votaron sí al plebiscito.

Han elegido a una mujer negra, víctima del conflicto, que fue empleada de servicio, tuvo varias amenazas de muerte y es madre soltera, feminista y lideresa social como vicepresidenta y a un líder de izquierda que últimamente ha sido criticado por su condición de exguerrillero del M-19 como presidente.
A diferencia de los opositores que “prefieren a los guerrilleros en armas” a mí me parece un mensaje vigoroso el hecho de que la reconciliación y un proceso de paz, en este caso con el M-19, hayan llevado a alguien a asumir la vocería democrática de un proyecto político distinto a pesar de que como sociedad nos cuesta tanto incluir a los otros y reconciliarnos.

Eso sí, hay que destacar algo que a mi parecer es clave, estas elecciones fueron distintas porque antes los uribistas votaban por Uribe, los santistas por Santos y luego los uribistas y anti petristas por Duque, hoy si bien los petristas cogieron mucha fuerza, hay un sector representativo de la población que no se identifica 100% con Petro, pero igualmente votaron por su proyecto político, lo que reduce el riesgo de confianza ciega y glorificación que hemos tenido antes. Muchos de esos votos fueron por convicción, no por fanatismo y aunque se hagan chistes sobre “Lord Petrosky”, no se le endiosa. Tanto sus votantes como sus detractores tienen el derecho y el deber de hacerle control político, de ser críticos ante las decisiones que tome, de presionar por lo que se cree que es justo, exigir resultados, proteger las instituciones y condenar los errores que se cometan, porque eso también es vivir en democracia, aclarar las dudas que aún persisten y llenar de contenido el mensaje que nos dejaron las elecciones.

Ha iniciado un proceso distinto, pero incierto, nadie tiene una bola de cristal que nos diga el futuro, lo que hace que muchos se llenen de ira, rencor y gritos disfrazados de argumentos porque les es difícil imaginar un gobierno sin el fervor casi religioso de los viejos confiables, es normal que dé miedo, pero, aunque suene cliché el país lo construimos nosotros, vivir sabroso no recae solamente en Petro y Francia sino en lo que cada uno haga de este nuevo camino que se nos presenta.

En los próximos 4 años estoy segura de que no nos vamos a volver potencia ni se van a solucionar todos nuestros problemas, es iluso pensar algo así teniendo en cuenta que Colombia es un país riesgoso, volátil e incierto, pero tampoco va a ser el apocalipsis. No está mal soñar y querer trabajar por un país diferente, pero hay que ser realistas, nadie gana elecciones para hacer milagros, aunque sí hay que destacar que este nuevo gobierno tiene la responsabilidad de sentar las bases para que vivir sabroso no sea una experiencia de unos pocos, pues los pasos que damos no tienen que ser grandes, solo deben llevarnos en la dirección adecuada.



Sobre la autora

Laura Sofía Cabrera Jaimes

Directora del Área de Escritores

"Tal vez no pueda cambiar el mundo, pero sí el pedacito que me toca"
Pronto internacionalista, mientras tanto disfruto dar mi opinión, aprender de distintos temas y poder analizarlos en el proceso. Recién entrada a los 20. Rola. Amante del fútbol, los perritos, la fotografía y de cantar desafinado.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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