Política

Los políticos sí trabajan

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Mucho se habla, sobre todo en épocas electorales, de que los políticos no trabajan, que ser político es de los trabajos más sencillos porque no se hace casi nada, tiene unas buenas vacaciones y se gana muy buen dinero, pero contra todo pronóstico y contra la opinión popular hay que decir que los políticos si trabajan, tal vez no de la manera que nosotros esperamos que lo hagan, pero siempre están ejerciendo su labor. El trabajo de un político debe desempeñarse todo el tiempo, no exclusivamente cuando se gana una elección y se accede a un cargo público, esa es solo la punta del iceberg de un proceso que puede llevar años, pues construir una cartera política no es nada fácil.

Se suele pensar que la meta principal de un político es ganar una o varias elecciones para acceder a cargos públicos, esto quiere decir que su labor se vería limitada a presentarse a elecciones, ganarlas y pasar a ejercer algún cargo, pero detrás de ese proceso que parece tan sencillo hay todo un conjunto de actividades que cada político debe realizar para lograr una meta final, que no es tener un cargo público, sino mantener y aumentar su poder, cosa que no se hace exclusivamente a punta de votos.

Antes de siquiera pensar en votos, un candidato necesita reunir a un grupo de expertos en diferentes áreas para determinar si su proyecto político, basado en objetivos, metas y recursos previamente identificados, es viable o no. Luego de tomar ese primer paso es necesario plantear estrategias para realizar dos cosas básicas, la primera tiene que ver con saber a quiénes se dirige la campaña y segundo, cómo conectar al candidato con el electorado porque es aquí donde cada parte del mercadeo cuenta, ¿Qué colores se deben usar?, ¿A dónde se debe ir a hacer campaña?, ¿Qué se debe decir?, ¿Qué foto del candidato es la más adecuada, la que tiene arrugas o la que no tiene arrugas?, o ¿Qué se desea reflejar con el candidato? ¿Confianza?, ¿Seguridad?, ¿Experiencia?, ¿Familiaridad?

Luego de que esas preguntas tienen su respectiva respuesta y hacen parte de la estrategia de campaña, inicia una de las partes más exhaustivas de las campañas, la gira electoral. Es ese mágico momento en el que los candidatos "son uno con el pueblo". Van a los rincones más lejanos y cercanos del país para hablar con Don Pedro, escuchar a Doña María, hacerle un favor al señor Iván e incluso darle algo de dinero a la señora Claudia. En diferentes frecuencias, todas las campañas hacen esto, porque el contacto con la gente es importante, el ir a abrazar niños y niñas, el recordar que la nieta de la persona que financia la campaña cumple años y hay que ir a la fiesta a hacer acto de presencia, almorzar con el Alcalde o Gobernador de turno e incluso, hacer el ridículo bailando con la reina del municipio en una tarima, a pesar de que la música y el movimiento de los pies no coordina, son cosas necesarias para ganarse el cariño de la gente, porque aunque no lo parezca, la política es de sentimiento, de lo que nos causa o no un candidato o partido. Es por esto que en la mayoría de visitas los discursos son cortos y emotivos, las propuestas se mencionan poco, pero la recocha, los regalos, un séquito de personas que siguen al candidato a todas partes para hacerlo ver importante y uno que otro comentario que promueva una contienda competitiva con otro candidato, son infaltables. Es por esto que Stephen K. Medvic afirma que “es improbable que los ciudadanos racionales hagan mucho para informarse sobre si deben votar en una elección masiva o cómo hacerlo”, sino que priorizan otros aspectos para soportar su elección.

Además del contacto con la gente, que es un tema primordial para una elección, hay que tener en cuenta las llamadas maquinarias políticas, porque sin la ayuda de otras personas, los regalos, las reuniones y los almuerzos no serían posibles. Estas maquinarias, por mucho que varios candidatos hayan tratado de llevar una campaña sin ellas, lo más común es que las maquinarias políticas estén presentes y siempre estén trabajando, pues se dedican a “conseguir votos o financiamiento para determinado candidato, todo esto a cambio de favores o beneficios, atentando así contra el sistema democrático en función de favorecer a privilegios a particulares". Esto sumado al hecho que, en su mayoría, estas maquinarias le dan su apoyo a los llamados “delfines políticos” quienes son los parientes de personas que ya han estado en el poder o en su momento tuvieron gran apoyo popular, como pasa con apellidos de peso como los Galán, Pastrana, Michelsen, Santos, los Char y la lista podría seguir, es por esto que “los outsiders o políticos jóvenes son mal vistos y los delfines toman atajos en su carrera”, realmente tienen el camino más fácil pues en su mayoría heredan contactos, tienen privilegios y favores, una base electoral y una maquinaria que está siempre dispuesta a apoyarlos.

Desde la gente que cree en el discurso del candidato hasta quienes financian la campaña se encargan de mover parte de la maquinaria, pero claro que, en un contexto político, los votos no se consiguen solos, se requieren favores, dinero, recursos y transacciones que ayuden a darle vida a la campaña, incluso si el candidato al que se le invierte todo lo anterior no gana, la maquinaria seguirá funcionando porque en política perder si es ganar un poco. En cada elección que un candidato pierda o “se queme” no necesariamente significa que deba retirarse porque están jugando a largo plazo, el perder una elección denota que, si bien no se accedió al cargo, ya hay una base de votantes, financiadores y empresarios que creen y están dispuestos a trabajar por ese proyecto político a futuro, sea por la razón o el interés que sea. Además, esa base de votantes le permite a “los quemados” acceder al sistema de reposición de votos, el cual le permite a las campañas recibir dinero de vuelta para reponer parte de los gastos de las campañas electorales según un porcentaje de votos válidos obtenidos.

Por otro lado, la escogencia de un candidato por parte de los ciudadanos se debe en un alto porcentaje a la publicidad, a la imagen que refleja el candidato y alguno que otro detalle que se nos hace familiar y que nos termina de convencer por el candidato, por la forma en la que habla, cómo se viste, cómo es su familia, si fue o no a la universidad, si hace chistes o no, si dice “mijitos” o “compatriotas” todo cuenta. Y ¿Las propuestas? Muy poco, casi nada, pero a diferencia de nosotros, los candidatos y su equipo de trabajo si nos tienen muy bien analizados, nos conocen mucho mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos

El candidato y su equipo aprenden a entender y leer entre líneas aquello que como votantes nos molesta, incómoda o que queremos cambiar y lo usan dentro de sus discursos y propuestas. Conocen tanto nuestros sentimientos que a partir de ellos es que plantean sus estrategias, básicamente les damos todo el material necesario para que posteriormente nos convenzan de votar por ellos. Es por esto que últimamente andan tan activos en TikTok, participan en cuanta tendencia aparece, usan ropa típica (así se la pongan al revés) y se lanzan pullas entre ellos, porque la suma de todo esto se va metiendo en nuestro subconsciente y nos inclina con más facilidad a tomar una decisión.

Realmente nosotros no elegimos a un candidato a menos que seamos totalmente conscientes de las propuestas y hagamos un ejercicio racional sobre ellas, de otra forma, son los candidatos quienes nos eligen a nosotros. Son esos meses y años de análisis con el propósito de entender quiénes votan por el partido o candidato, qué rango de edades tienen, cuál es su sexo, su género, sus ingresos, de qué tamaño es su familia e ideología, entre otras cosas que les dan a candidatos y partidos un perfil de sus votantes y les permite saber a quienes deben convencer, y más importante aún, cómo convencerlos.

La tarea de un político no es fácil pues debe venderse a sí mismo como la opción más viable, ya sea creando crisis internas, sacándole los “trapitos al sol” a los otros candidatos o mostrándose como el más amigable o el que más pelea. Funciona como cualquier venta, con la única diferencia que un candidato no ofrece cosas tangibles, sino planes y logros a futuro. Esto lo hacen mientras a diario conocen a más personas de las que pueden recordar, hacen favores como si fueran omnipotentes y recorren kilómetros de distancia, muchas veces con pocas horas de sueño. Todo sea por el poder... digo, el pueblo.

Teniendo todo esto en cuenta, es más que natural que cuando los candidatos llegan a ejercer el trabajo por el cual fueron elegidos, muchos se quedan dormidos o no llegan, porque han trabajado tanto para llegar allá que deben estar agotados, por eso defienden a capa y espada sus vacaciones. Todos esos nombres, fechas, favores que deben recordar, los eternos viajes, la falta de rutina y el constante contacto con la gente los deja agotados.

Calificar estas prácticas de positivas o negativas está totalmente a discreción del lector, pero con o sin nuestro conocimiento esto sigue pasando y hace parte de las elecciones. Usted ya ha sido analizado como votante y constantemente lo bombardean con propaganda, por si necesita un empujoncito más para marcar la X, esto hace parte de la política y de las elecciones. Y si esto le causó incomodidad, la forma más instantánea de hacer algo al respecto es que usted trate de que su voto sea lo más racional posible para que los políticos que accedan al cargo lo ejerzan como se debe, no que gasten todas sus energías en el proceso para que lleguen al trabajo al dormir, y aún peor, les paguemos millones por eso.



Sobre la autora

Laura Sofía Cabrera Jaimes

Directora del Área de Escritores

"Tal vez no pueda cambiar el mundo, pero sí el pedacito que me toca"
Pronto internacionalista, mientras tanto disfruto dar mi opinión, aprender de distintos temas y poder analizarlos en el proceso. Recién entrada a los 20. Rola. Amante del fútbol, los perritos, la fotografía y de cantar desafinado.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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