Política

Vote bien

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Ya que las elecciones presidenciales en Colombia se acercan, he leído y escuchado el término "vote bien" como el ideal para tener cierta certeza de que en los próximos cuatro años no vaya a haber un descontento tan notorio con la presidencia como lo hubo en el cuatrienio que culmina el 7 de agosto de 2022, pero ¿Realmente se puede votar bien en cualquier elección?

Como seres humanos, en su mayoría, tratamos de tomar las decisiones más importantes para nosotros, basados en la lógica, el raciocinio y el análisis de las opciones que tenemos disponibles, pero en política el proceso de toma de decisión tiene muchos más factores a tomar en cuenta.

Primero habría que analizar qué significa realmente votar bien, porque si se le pregunta a los candidatos “votar bien” significaría votar por ellos, porque cada uno considera que es la mejor opción para solucionar problemas específicos que enfrenta el país en este momento, pero si nos vamos al deber ser de la política y la importancia de nuestro papel como ciudadanos al votar bien significaría dar un voto informado, basado en propuestas, planes de gobierno e incluso en antecedentes de cargos políticos previos de los candidatos y sus respectivos desempeños, además de asumir que los ciudadanos sabemos perfectamente cómo funciona nuestro sistema democrático y electoral, las funciones de los cargos por los que votamos y las ideologías de los partidos políticos, porque se supone que de ahí es que parte todo el sistema electoral.

Desde todo tipo de instituciones de educación, los medios de comunicación, las redes sociales, talleres de capacitación y otros, se ha tratado de promover la participación ciudadana con el fin de darle a cada voto el peso que merece y que cada ciudadano sea consciente de eso. Se han creado espacios en los que se tratan de difundir las propuestas y realizar pedagogía electoral para que se tomen decisiones informadas y gracias a la era de la información y de la inmediatez tenemos acceso a las últimas actualizaciones, opiniones e ideas de cualquier candidato, lo que, creería uno, aumentaría la certeza del voto, pero en realidad las encuestas demuestran que uno de cada tres colombianos consultados por Cifras y Conceptos no tiene definido por quién votará en las elecciones presidenciales.

La realidad de nuestra cultura electoral es inestable y cambiante, aunque se han hecho esfuerzos por educar a la población sobre temas tan básicos como marcar de forma adecuada el tarjetón o diferenciar los partidos políticos, así sea por el nombre y el logo, se genera mucha confusión al momento de marcar el voto. Ya sea por cuestiones de desinterés o por falta de acceso a la información, las cuales son muy tangibles en un país tan desigual como el nuestro, la necesidad de promover lo que llamaríamos un voto consciente entre la población es cada vez más difícil.

Teniendo en cuenta de que hay un vacío en términos de conocimiento sobre el mismo Estado colombiano, cabe resaltar que una realidad de la que poco se habla en épocas electorales es el hecho de que el voto racional usualmente, sino casi siempre, se ve opacado por el voto emocional. En las últimas elecciones en Colombia ha habido una intención de los votantes por “elegir al menos peor” o simplemente se vota por el candidato opuesto al que representa todo aquello que no queremos en el gobierno, si somos pro aborto no votamos por el candidato provida, si queremos que se priorice la economía sobre temas sociales elegimos al candidato que nos ofrezca eso, lo cual no es del todo incorrecto, es importante tener claras nuestras ideologías porque estas nos permiten filtrar el gran número de opciones que tenemos, pero pocas veces nos preguntamos ¿Cuál es la propuesta concreta sobre ese tema que siento que se debería priorizar?, y esa propuesta ¿Es realizable o solamente estoy votando por ideas y no por planes que se puedan ejecutar?

Generalmente, hay poco o nulo interés por conocer lo que piensan, planean y proyectan los candidatos, suele pasar que si conocemos alguna propuesta es debido a que algún medio de comunicación o alguien que está involucrado en la campaña del candidato nos la comenta, pero no pasa de ahí. Es por esto que gran parte de los esfuerzos y el dinero de las campañas se destinan a la publicidad, el hacer videos, crear frases pegajosas, canciones, tomarse fotos con famosos, discutir con los demás, generar controversia y repartir uno que otro regalo, porque esas son las cosas que nos genera algún tipo de emoción. Los votos se consiguen si el candidato se gana el corazón de sus votantes, no tanto su cabeza, por eso mismo hay personas que se casan con partidos políticos o candidatos específicos a pesar de que tengan, por ejemplo, escándalos de corrupción, el cual es un tema muy sensible en nuestra sociedad.

Es normal escuchar a personas diciéndole a los demás que voten bien y realmente no hay nada más subjetivo que eso, pues detrás de esas dos palabras hay una intención de que usted vote por el candidato de esa persona sin necesariamente presentarle las ideas innovadoras del personaje, porque seguramente esa persona tampoco las conoce. Es aquí donde las propuestas se vuelven un requisito más para poder ser elegido, y muchas no tienen ni pies ni cabeza porque o son propuestas reutilizadas de otros gobiernos con otro título o porque contienen ideas tan vagas como “erradicar el hambre”, “combatir el cambio climático” o “mejorar la educación” que suenan muy lindas, pero no se sabe cómo se van a llevar a cabo.

Este panorama no va a cambiar el 29 de mayo, ni tampoco cambiará en cuatro años, pero no cambiará nunca si no se hace algo al respecto. La publicidad política es importante y juega un papel importante, pues con esta se atrae al votante por diferentes medios, pero estos no pueden ser los únicos que determinan nuestra decisión, es necesario pensar que la creatividad no solo va incluida en frases pegajosas o bailes, sino que esa creatividad debería verse plasmada en las propuestas. En un mundo ideal los políticos usarían cada una de sus neuronas para cada cuatro años traer formas de mejorar nuestra calidad de vida y así tal vez le daríamos el voto al más innovador, pero mientras eso sucede habrá que seguir votando por el que no sea de derecha ni de izquierda y mucho menos el de centro, pero que nos hable bonito.



Sobre la autora

Laura Sofía Cabrera Jaimes

Directora del Área de Escritores

"Tal vez no pueda cambiar el mundo, pero sí el pedacito que me toca"
Pronto internacionalista, mientras tanto disfruto dar mi opinión, aprender de distintos temas y poder analizarlos en el proceso. Recién entrada a los 20. Rola. Amante del fútbol, los perritos, la fotografía y de cantar desafinado.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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