Sociedad

Del consumismo a la frustración

Tiempo estimado de lectura: 4 min
2020-12-10 por Laura Ventura

“Mientras más expectativas te crees,
más grande será tu nivel de frustración”
- Puri Iglesias.

Seguidores, likes, viajes, grandes cuerpos, musculatura, menos grasa, más altura, menos estatura, ropa, lujos… de las cosas que en muchas ocasiones hemos envidiado. Una sociedad consumista, que busca satisfacer necesidades reales o imaginarias, necesidades creadas por un sistema envolvente que nos ha atrapado en un laberinto sin salida. Necesitamos tener más para demostrar más, y en esa medida seguir en la búsqueda de obtener una mayor cantidad de cosas, para nunca salir de este círculo vicioso. Círculo que nos obsesiona por cumplir estándares dentro de la sociedad, que nos permitan encontrar satisfacción frente a lo que tienen y poseen los demás. Hemos desarrollado un impulso por la consecución de bienes, por el estatus en la sociedad, por el reconocimiento de lo que somos o hacemos, ya no nos conformamos y nos frustramos.

Es que no es ocasional que cada persona piense siempre en su bienestar, que seamos violentos, intolerantes, codiciosos o pesimistas. En la sociedad actual pueden pesar muchas veces más los individualismos que el bien común. Tenemos razón en hacerlo, pues somos bombardeados día y noche a través de la televisión, redes sociales, pancartas, vallas y todos los medios que usamos y vemos en el diario vivir. Nos crean necesidades, de obtención, de placer, de lujo, que no logramos satisfacer a pesar del esfuerzo que cada quien realiza por suplir lo que cree merecer. ¿Qué merecemos? ¿Lo merecemos? Tal vez, solo creemos que es lo que debemos obtener.

Es válido preguntarse si actuamos de esta manera por mero instinto, siendo posible que sí, que la necesidad de encajar, de tener una buena relación con el entorno y compaginar con los individuos que nos rodean, nos lleven a cumplir el nivel que la sociedad nos impone, que lo hagamos por mera subsistencia. Sin embargo, ¿por qué nos atacan con productos, servicios, estándares, por cualquier medio que frecuentamos? Nos quieren frustrados, compitiendo por quién logra más y quién lo demuestra, nos quieren indolentes ante el dolor y luchando contra nosotros mismos para obtener aquello que “deseamos”. Por ello nos crean constantemente ilusiones que nos vemos obligados a realizar, con el fin de llenar arcas de quienes detentan el poder, de quienes poseen medios de producción y controlan el consumo. Hacen que nos sintamos frustrados para tener la manera de controlarnos.

Existen un sinnúmero de factores que hacen que experimentemos frustración, entre estos es común encontrar, la búsqueda de perfeccionar nuestro cuerpo según estereotipos. Seguimos dietas, rutinas para disminuir de peso, para aumentarlo, intentamos estar lo más cerca posible de los cuerpos “perfectos” que vemos en televisión, en revistas, en las redes sociales. Trabajamos cada vez más por ello, experimentamos una sensación de fracaso al no poder conseguirlo, gastar dinero y no ver resultados prontamente, vemos actores, celebridades y deportistas a diario subiendo fotos en redes sociales, luciendo cuerpos esculturales, con miles de seguidores, comentarios de personas que alaban su disciplina, su capacidad de conseguir “cuerpos perfectos”. Los envidiamos y nos frustra que hayan podido tener resultados que esperaban mientras que nosotros no, sufrimos de ansiedad al vernos con un poco más de peso, un poco más delgados, nos incomoda lo que vemos imperfecto en nosotros. Vemos ropa lucida por modelos, esperamos llegar a que la prenda nos quede tal cual, compramos lo que nos venden a través de bellas siluetas y como no lucimos como ellos, nos decepcionamos, desechamos y perdemos esfuerzo mental al pensar en ello.

Igualmente, nos encontramos en una búsqueda constante de bienes que nos permitan estabilidad, que nos generen comodidad y nos permita demostrar un determinado nivel social. Esta quizá puede ser la situación que más frustración genera en nosotros, pues las necesidades que tenemos son cambiantes, se modifican en cuanto a la consecución de bienes y no se acaban con la riqueza, pues siempre que se consigue algo específico, se desea obtener algo más, satisfacer un deseo, inmediatamente hace que se genere otro, el cual nos vemos obligados a solucionar. Nos vemos obligados a consumir, vemos en redes estilos de vida con lujos, ropa de marca, artículos suntuosos, tenemos impulsos de alcanzar esa vida adinerada y con bienes, a veces innecesarios.

Trabajamos para conseguir dinero, con este comprar y solventar necesidades y en este sentido crear nuevos deseos...

Estamos envueltos en el consumismo, un consumo excesivo de productos que nos lleva a querer siempre más, a necesitar cada vez más. Adquirimos, acumulamos y desechamos. En esto transcurre nuestra vida, trabajamos para conseguir dinero, con este comprar y solventar necesidades y en este sentido crear nuevos deseos, volviendo al primer paso. Ya no nos conformamos con lo que poseemos, es necesario obtener en mayor medida bienes que nos den un estándar de vida semejante al que proyectan los demás, amigos, vecinos, atletas, famosos y todo aquel de quien tengamos conocimiento sobre su vida.

En esa medida, la frustración no termina, no estamos conformes y siempre nuestras expectativas cambian y se transforman, desarrollando en nosotros una necesidad inefable de aceptación, de encajar en la sociedad a toda costa, de trabajar durante nuestra vida para destacarnos. Vivimos en una angustia constante por no poder demostrar nuestras capacidades, de no lograr de manera amplia aquello que anhelamos y además, nos angustia no poder cumplir con aquello que nos domina, para querer ser u obtener en la medida que nuestro entorno posea. Nos hemos convertido en una sociedad apática, egoísta que busca bienestar personal. Nos han convertido en personas que compiten y no cooperan, somos enemigos.

Pasamos nuestra existencia buscando qué necesitar, sin darnos cuenta que no obtenemos beneficio de esta manera, solo nos cansamos, nos agobiamos y frustramos. Cada vez obtenemos menos placer con la consecución de bienes, entonces ¿Quiénes se benefician con nuestro consumo? ¿En qué momento será necesario limitarnos? Quizá ya no exista manera de modificar nuestros hábitos, o perfectamente, esté la posibilidad de replantear nuestras verdaderas necesidades y descansar de este apresurado ritmo en el cual nos hemos obligado a permanecer.



Sobre la autora

Laura Ventura

Editora, Escritora

Escritora por gusto y pasión; me gusta pensar que alguien puede identificarse en mi escribir. Feminista en busca de respuestas, de entendimiento de la realidad social, especialmente del papel que juego allí. Hablando sobre la delgada línea que separa la cara del sello.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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