Sociedad

La magnificencia del Homo Sapiens Sapiens

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Uno de los dilemas más complejos que se han planteado desde que se cimentó las bases de la filosofía primitiva ha sido el significado de ser humano. Numerosos personajes y corrientes filosóficas han tratado de dar respuesta a esta pregunta, y cada vez el número de variables añadidas va siendo más extensa. Probablemente uno de los textos que mejor resultado ha tenido al tratar de analizar este tema es Sapiens: De animales a dioses, libro del autor Yuval Noah Harari, en donde se hace un excelente resumen sobre la historia de la humanidad desde sus inicios; pasando por las características que diferencian al Homo Sapiens Sapiens de otras especies; su convivencia, enfrentamiento, y final victoria frente a otras especies humanas primitivas; desarrollo comunitario y económico, capacidades y desarrollo hasta la sociedad actual, y su impacto sobre el ambiente en el que habitamos.

En este libro, el autor plantea que la especie humana empezó siendo un animal como los demás: una criatura con habilidades y necesidades que obtenía de su entorno lo necesario para sobrevivir y adaptarse. No obstante, con el tiempo empezó a desarrollar una capacidad de lenguaje diferenciador que hizo escalar poco a poco al Homo Sapiens Sapiens hasta la cima de la cadena alimenticia. Esta capacidad, la describe Harari de la siguiente manera: (...) la característica realmente única de nuestro lenguaje no es la capacidad de transmitir información sobre los hombres y los leones. Más bien es la capacidad de transmitir información acerca de cosas que no existen en absoluto. Hasta donde sabemos, solo los sapiens pueden hablar acerca de tipos enteros de entidades que nunca han visto, ni tocado, ni olido.

Es decir, nuestro lenguaje nos permite imaginar lo inexistente y con base en esto interactuar frente a nuestro ambiente, como mejor lo consideremos. La imaginación y la comunicación entonces nos llevan a cooperar colectivamente ya no solo entre clanes o manadas, como es el caso de la mayoría de las especies, sino a trabajar en conjunto con completos extraños. Según esta teoría, nuestro lenguaje nos lleva al éxito como especie, y no nuestras capacidades físicas, que llevaron a especies como las ballenas o los leones a estar en la cima de la cadena alimenticia por mucho tiempo.

La imaginación y la comunicación nos llevan a cooperar colectivamente...

Sin embargo, existe también otra teoría, que explica que lo que llevó al éxito a la especie humana no fue necesariamente su capacidad de “chismorreo”, como lo plantea Yuval Novah Harari, sino la habilidad de aprendizaje colectivo, en donde el ser humano es la primera especie en generar una acumulación de conocimiento fuera de su genética o la imitación a los comportamientos maternos, transmitiendo información de una generación a otra, y reteniendo más información de la perdida. Gracias a esto, podemos conocer la jerarquía de las clases sociales presentes en el imperio romano, por la transmisión de esta información desde generaciones pasadas, y no porque nuestros padres repitan los comportamientos de dichas clases.

El ser humano logró entonces con sus capacidades cognitivas, ya sea por chismorreo o por aprendizaje colectivo, colonizar el planeta a una velocidad impresionante, superando incluso a sus especies cercanas, como los Neardentales o los Homo Erectus. Si bien en un tiempo estas especies y otras extintas especies Homo llegaron a convivir, la nuestra es la única que al final sobrevivió. Desde hace 70.000 años, a donde ha llegado el ser humano, ha adaptado su entorno a sus necesidades, y ya no al revés, como lo hacía en sus inicios.

El Homo Sapiens Sapiens se ha convertido en una especie de tal nivel de inteligencia que, como diría el célebre científico Stephen Hawking, “sólo somos una raza avanzada de monos en un planeta menor de una estrella promedio. Pero podemos entender el Universo. Eso nos hace muy especiales”. El hecho de poder comprender desde la estructura misma de la materia hasta los diferentes sistemas astronómicos que distan a millones de años luz de nosotros ya es un logro bastante significativo. Por esto considero que, si bien el resto del universo seguiría existiendo sin nosotros, lo que representamos en temas de nivel de complejidad e inteligencia no debe ser para nada menospreciado: el ser humano, siendo insignificante frente al tamaño del universo, representa (al menos hasta donde sabemos) la creación más compleja que el mismo ha llevado a cabo.

La capacidad de aprendizaje de la especie humana es algo importantísimo y supremamente significativo, ya que es una realidad que necesariamente dejará consecuencias importantes por donde pase. No obstante, el problema que debe afrontar es una consecuencia de sí mismo: su capacidad de adaptabilidad, aprendizaje y acción, resulta ser más lenta que la velocidad de reacción de su entorno frente a las acciones cometidas por él.

Las consecuencias del paso del ser humano siempre han sido mucho más rápidas que su capacidad de aprender sobre sus acciones. Un ejemplo clarísimo ha sido los efectos de la colonización de América: diezmar una población rápidamente, destruir culturas ancestrales, generar divisiones y resentimiento fue el costo de que Europa se demorara casi 300 años en reconocer la existencia de los derechos del hombre y del ciudadano, y unos 150 años más en empezar a formalizarlos e implementarlos. Décadas después, queda aún mucho por trabajar para poder reparar el daño que se hizo.

Las consecuencias del paso del ser humano siempre han sido mucho más rápidas que su capacidad de aprender...

Sin embargo, el punto que refleja más este problema de aprendizaje vs. consecuencias es la etapa por la que atraviesa actualmente el ser humano: el cambio climático. Desde los inicios de la revolución industrial, y con la gran aceleración empezada hace 70 años, el ser humano ha llevado a cabo una nueva era geológica que, incluso aún, está en discusión, con las pruebas científicas bastante claras. Si el Antropoceno llegara a aceptarse formalmente dentro de 10 años, las condiciones climatológicas estarían ya mucho peor, y probablemente no habría opción para dar reversa a los efectos producidos.

El camino que lleva la especie humana hasta el momento apunta hacia algo bastante claro: el punto de no retorno llevará al ser humano a un colapso similar al ocurrido hace 74.000 años con la erupción del volcán de Toba, donde la especie humana en su totalidad se vio diezmada y obligada a resurgir. Si bien la tierra continuaría sin nuestra existencia, como lo hizo millones de años antes de que llegáramos, es muy poco probable que la raza humana se extinga en su totalidad. Expertos en el tema como el doctor Eduald Carbonell plantean la probabilidad de que en un futuro no exista una sola especie humana, sino varias. Sin embargo, la competencia por recursos podría llevarnos a un panorama similar al existente hace algunos miles de años, cuando llegaron a enfrentarse las primeras especies Homo. La convivencia pacífica no está necesariamente arraigada al ser humano, como lo demuestran los diferentes hechos de intolerancia sistemática a lo largo de la historia.

Una de las conclusiones a las que podría llegarse después de hablar de estos temas es que el ser humano es de naturaleza dual: no es necesariamente “lo peor que le ha pasado a nuestro planeta”, como algunos reduccionistas afirman, ya que somos el resultado de un proceso evolutivo de miles y millones de años; pero tampoco somos una especie salvadora, ya que nuestro paso por la faz de la tierra ha llevado el costo de la destrucción de numerosas especies y el cambio en las condiciones del entorno de muchas otras. El ser humano tiene la capacidad de generar bienestar o de generar sufrimiento para sí y para otros. Personalmente, soy un fiel creyente en que cada persona tiene una capacidad de aprendizaje intrínseca que puede utilizar o no, pero las consecuencias de las acciones del ser humano como especie son considerablemente más rápidas que su capacidad de actuar o aprender frente a las mismas. La magnificencia del Homo Sapiens Sapiens probablemente durará muy poco por esto mismo.



Sobre el autor

Alejandro Sánchez

Editor, Escritor

Alejo, o Flaco, para los amigos. Ingeniero civil, miembro de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y voluntario 4 años en AIESEC. Cuento con cursos en historia, ciencia, filosofía y religión. Amante de la vida, escritor apasionado. “Todo hombre es bueno a los ojos del Gran Espíritu” –Toro Sentado.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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