Sociedad

Los límites a la tolerancia

Tiempo estimado de lectura: 6 min
2021-01-28 por Laura Ventura

La tolerancia puede ser definida como un valor moral que implica el respeto hacia el otro, hacia nuestro alrededor, sus ideas, prácticas o creencias, independientemente de si estas son contrarias a las propias; siendo también el reconocimiento de las diferencias a la naturaleza humana, la diversidad cultural, las religiones o simplemente las maneras de ser o de actuar durante diferentes situaciones a lo largo de la vida de cada individuo.
Este valor supone que debemos respetar las opiniones de los demás aunque no compartamos las mismas ideas y pensamientos. Así mismo, poder lograr la convivencia pacífica y respetuosa dentro de cualquier sociedad, es necesario considerar la tolerancia como una virtud, ya que tiende a evitar conflictos.

Hay que destacar que, pese a que la tolerancia quiere decir respetar y comprender los valores de los otros, como se mencionó anteriormente, no supone aceptar aquellos que se ponen sobre los derechos de los demás. Por ejemplo, si un sujeto convencido defiende el racismo y busca eliminar a todos aquellos que son diferentes a él, de ninguna manera significa que haya que tolerar su postura. El ejemplo anterior muestra claramente que la tolerancia, como todo, debe tener límites porque debemos tener en cuenta la existencia del respeto hacia los demás, con el fin de lograr una vida en sociedad dentro del margen de la armonía.

Toda esta discusión tiene cabida después de los actos sucedidos en Paris, en septiembre del 2020, donde algunas personas fueron atacadas con arma blanca cerca de la antigua sede de la revista Charlie Hebdo; lo que pone sobre la mesa el ataque terrorista del 2015, en donde caricaturistas retratan el rostro de Mohammed y tocan fibras sensibles en la minoría musulmana que habita en Francia, lo que desencadenó el asesinato de 11 miembros de la revista. En este sentido, es posible que el síntoma de discriminación no recaiga directamente en quienes realizan dibujos o caricaturas, sino en la sociedad migrante que posiblemente haya tomado una posición de víctima en la sociedad debido a ocupar un espacio minoritario en la misma. Sentir la vulneración de sus creencias por medio de los medios de comunicación, podría dar explicación a actos como los sucedidos, sin justificar las actuaciones de quienes llegaron a atentar en contra de las vidas de estos caricaturistas.

Debemos tener en cuenta la existencia del respeto hacia los demás, con el fin de lograr una vida en sociedad dentro del margen de la armonía.

La intolerancia frente al otro o quizá la tolerancia frente a acciones que vulneran a los demás, deben permitir un espacio para la reflexión. Claramente la libre expresión debe ser defendida, pues es allí donde es posible que todas las opiniones, discusiones y problemáticas tengan cabida dentro de la esfera pública. A partir de la libre expresión caben diálogos necesarios en la sociedad y de allí existe la posibilidad de ser más tolerantes frente a una situación determinada.

Casos similares han sucedido en el mundo, por lo cual, las opiniones o críticas no son solamente hacia un grupo religioso determinada como los musulmanes, hablar de islam no es inmediatamente incentivar a las personas que no profesan esta creencia a decir que es mala o indebida, es aportar una visión del mundo en el cual nos encontramos. Por ejemplo en Guadalajara para el año 2000, una artista retrató a la virgen de Guadalupe con la cara de Marilyn Monroe, situación que llevó a un par de jóvenes católicos a dañar la imagen de la artista y estropearla, mencionando la vulneración a los católicos y a uno de sus recursos religiosos más importantes. Quizá el caso, en la actualidad, no conmocionaría tanto como en aquel momento, pues las redes sociales se encuentran inundadas de imágenes, memes y un sinfín de burlas a la religión, que no nos hacen dejar de ser más o menos creyentes, solo son recursos que se utilizan para generar sátira en torno a temas diversos de los cuales vale la pena hablar.

A través de la libre expresión es posible dar a conocer los temas que poco se hablan, de los que las personas no poseen conocimientos y en esta medida es abrir el panorama a un mundo de posibilidades. También, es válido aclarar que aunque la libre expresión es un lugar de convergencia de ideas y opiniones, no necesariamente deben ser aceptadas por el otro. Esto no implica necesariamente que se justifiquen actos violentos frente a los demás, a no ser que los mensajes vayan con un propósito determinado, un discurso de odio por ejemplo, que invite a un sector de la sociedad a atacar directamente a otro por alguna razón determinada, como creencias, clase social, posición económica, nacionalidad y todos aquellos temas sensibles que puedan llevar a atentar a otros.

Aunque la libre expresión es un lugar de convergencia de ideas y opiniones, no necesariamente deben ser aceptadas por el otro.

Debería enseñarse a la sociedad a respetar la presencia y la opinión del otro, a incluirlo en el entorno. No como sucede habitualmente, que existen labores determinadas para el migrante, al cual se rechaza y sobre el cual se puede generar un estigma xenofóbico. Posiblemente, si tanto ciudadanos locales como migrantes tuvieran las mismas condiciones y posibilidades dentro de una sociedad, se permitiría el reconocimiento de la otredad, verlo como un igual y no como una amenaza. Igualmente, permitiría al migrante una posición social que no lo haga sentir ni ver como una víctima al estar en una minoría dentro de un espacio geográfico determinado, donde los auxilios gubernamentales se brinden como incentivo para acoplarse a un mundo totalmente nuevo y no como una forma de protegerlo y excluirlo de la manera en la cual el país funciona tanto social, política como económicamente.

Detentar el poder en un país implica lograr la convergencia de los habitantes de este, no discriminarlos como ha sucedido en Francia, donde se mofan de ser de los países más tolerantes del mundo, en donde tuvo lugar la prohibición del uso del Hiyab, mencionando que los espacios públicos debían ser laicos y en esa medida no había cabida para alguna expresión religiosa o que mostrara alguna afinidad con una creencia. De esta manera, se generó el rechazo por parte de la población y de los mismos grupos feministas hacia las mujeres que practican esta creencia, como menciona Lorena Avellaneda en El Feminismo: un movimiento excluyente, no siempre la empatía y la tolerancia se encuentran presentes ante lo diferente. Haciendo mucho más difícil manejar esta situación, porque hay creencias muy arraigadas a la vida de las personas y prohibirlas significa no tolerarlas. Un gobierno debería preocuparse por hacer que lo diferente tenga cabida en el ámbito social y no intentar que todo lo diferente deba convertirse en una masa homogénea para evitar la discriminación. Actuar de esta manera puede generar el efecto inverso, generar por parte de la sociedad un rechazo automático a cualquier expresión religiosa, la cual está inmersa en las enseñanzas, creencias y crianza de cualquier individuo.

Dar cabida a opiniones, actuaciones y pensamientos que hablen sobre religión, nutren la vida en comunidad, pues tener conocimiento de quién es el otro y cómo piensa, abre las puertas a tolerar, aceptar y respetar las creencias dentro de la amalgama de posibilidades que un individuo tiene para aprender y reconocer en el otro.



Sobre la autora

Laura Ventura

Editora, Escritora

Escritora por gusto y pasión; me gusta pensar que alguien puede identificarse en mi escribir. Feminista en busca de respuestas, de entendimiento de la realidad social, especialmente del papel que juego allí. Hablando sobre la delgada línea que separa la cara del sello.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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