Sociedad

Lo que se oculta tras los chocolates del 8M

Tiempo estimado de lectura: 4 min
2021-03-11 por Laura Ventura

Chocolates, flores, salidas a comer, descansos fuera de la cocina, mensajes de amor donde reconocen nuestro heroísmo y nuestra unicidad como mujeres, detalles que los hombres en general suelen tener en el día de la mujer. Ya que merecemos el amor incondicional y fraterno que nos demuestran en esta fecha, merecemos sus cuidados y debemos sentirnos amadas por ellos porque es nuestro día. Sin embargo, estos regalos y detalles que suelen tener con nosotras no representan per se la magnitud del Día de la Mujer, estas expresiones se quedan cortas y son ufanas al momento de dar significancia a toda la lucha generacional; que se logra vislumbrar en nuestra cotidianidad.

Años incansables de lucha, de búsqueda de autonomía y reconocimiento en la sociedad, de condiciones dignas y la capacidad de entrar a esferas donde la presencia femenina no era recibida. Es una lucha que aún no podemos celebrar a plenitud, pues las condiciones no se nos están dadas, no se nos ha permitido saciar nuestras demandas ante una sociedad hostil, machista y patriarcal. Se nos condena a diario por juzgar el sistema, cuestionar la cotidianidad y exigir derechos y libertades. Se nos menciona que ya tenemos más que en el pasado y que debemos darnos por bien servidas.

Se nos condena a diario por juzgar el sistema, cuestionar la cotidianidad y exigir derechos y libertades.

No hemos logrado dar a entender que se trata de dignidad, de respeto, de reconocimiento y de paridad de género. En un sistema que nos ha relegado socialmente a labores del hogar, a cargos asistenciales, a un menor número de contrataciones a las mujeres debido a la condición biológica destinada a la maternidad, a menor acceso a la educación, menores posibilidades de acceder a cargos de orden administrativo y a trabajos en el sector público. Esto sin mencionar que existe una brecha salarial, donde las mujeres nos encontramos en desventaja frente a hombres que realizan nuestras mismas labores, además de tener que cargar con la economía del cuidado, generalmente mal remunerada o que carece de algún reconocimiento económico.

Tampoco hemos podido liberarnos del yugo del maltrato, las mujeres somos víctimas diarias de abusos verbales y físicos por parte de nuestros amigos, familiares o conocidos. Según Naciones unidas, un aproximado de 140 mujeres mueren al día a causa de sus parejas, ex parejas o personas cercanas a ellas, quienes posiblemente algún 8 de marzo les desearon un “feliz día de la mujer”. Miles de mujeres sufren de feminicidios en el mundo, son violentadas de maneras inimaginables por su condición de mujer. De esta manera, el temor de morir a diario es latente, solo quienes hemos sufrido acosos, vulneraciones a nuestra intimidad podemos entender esa sensación de miedo e intranquilidad al estar en el transporte público en horas de la noche, al andar por la calle sola. Es tanta la inseguridad que sentimos que cuando estamos solas en la calle de noche, debemos alistar nuestras llaves algunas cuadras antes y estar preparadas para huir. Además de vulneraciones a nuestro cuerpo y sexualidad, como la ablación femenina o la prohibición del aborto libre y seguro, lo cual atenta contra la autonomía, goce y disfrute de nuestra sexualidad.

Claramente, el ser mujeres nos representa una serie de desventajas en un mundo, que sin embargo, ha empezado a entender que más mujeres logran ingresar a la sociedad de otras maneras, tanto laboral, social, pública y económicamente. Además, es probable ver que se nos reconoce en muchos sectores, que se nos escucha, se nos observa y se nos lee cuando alzamos la voz frente a problemas que nos atañen; claro está que este reconocimiento no implica directamente aceptación por parte de la sociedad.

Asimismo, es común ver (más que antes) ese apoyo y empatía femenina, apoyo a denuncias públicas frente a abusos, apoyo al libre desarrollo del cuerpo y la autonomía del mismo, igualmente, la sororidad que hemos venido desarrollando al sentir la necesidad de cuidarnos y protegernos entre mujeres, cuando nos sentimos vulnerables, culpables o irrespetadas. Es así, como se transforman hábitos y costumbres, al menos ahora podemos encontrar soporte en nuestras amigas, compañeras y colegas sin que obligatoriamente debamos sentir que somos competencia.

La sororidad que hemos venido desarrollando al sentir la necesidad de cuidarnos y protegernos entre mujeres, cuando nos sentimos vulnerables, culpables o irrespetadas.

Finalmente, queda mucho por reflexionar frente al papel de la mujer en la sociedad y la conmemoración de una fecha como el 8M. Más allá de detalles y flores existe un espacio en el cual podemos pensar la realidad, encontrar la manera a través de la cual podamos formar un mundo más seguro, justo, equitativo y menos vulnerable para las mujeres de ahora y las que llegarán. De manera tal que el ser mujer no nos implique miedos y temores sino que nos permita ser mujeres empoderadas que aportan a un mundo cada vez más globalizado y que necesita de cooperación entre pares, sin refugiar la empatía con las mujeres detrás de unos chocolates.



Sobre la autora

Laura Ventura

Editora, Escritora

Escritora por gusto y pasión; me gusta pensar que alguien puede identificarse en mi escribir. Feminista en busca de respuestas, de entendimiento de la realidad social, especialmente del papel que juego allí. Hablando sobre la delgada línea que separa la cara del sello.



El contenido de este artículo es propiedad de la Revista Cara & Sello



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